Comparando la Educación Superior Pública y Privada

En estos días se está generando un intenso debate en Argentina y fundamentalmente en Chile respecto a quién debe pagar la universidad. En Argentina existe un sistema de educación pública y gratuita para el estudiante, financiado por todos los contribuyentes a través de impuestos. En Chile el sistema es privado, lo que significa que paga el que estudia.

Alieto Guadagni, miembro de la Academia Nacional de Educación, ofrece algunas estadísticas que ayudan en la comparación. Pienso que vale la pena tomar algunos extractos y abrir el debate:

La población estudiantil

Comencemos por señalar que nuestra población estudiantil triplica a la chilena (1.700.000 versus 550.000), diferencia que se viene acortando en la última década, porque la matrícula chilena trepó casi un 90% y la nuestra apenas el 33%.

En Argentina, la matrícula privada crece más que la pública

[D]estaquemos que la que aumenta fuertemente en la Argentina es la matrícula privada (83%). La estatal apenas creció un 24%, aunque en la Universidad de Buenos Aires declinó.

La diferencia está en la graduación de los estudiantes

Pero la gran diferencia entre ambas naciones se encuentra en la capacidad de graduar profesionales. Nosotros estamos graduando alrededor de 100.000 jóvenes por año y los chilenos, 70.000. Pero hay que tener en cuenta que en la Argentina sólo se gradúan 2,5 estudiantes cada 1000 habitantes, mientras que en Chile se gradúan cuatro profesionales cada 1000 habitantes (con una población total de 17 millones). Es decir, un 60% más.

En el período 1999-2009, Chile aumentó su graduación anual de universitarios en un 205%, mientras que nosotros lo hicimos en un 78%. ¿Cuál es la razón de esta gran diferencia en la evolución de la graduación? La respuesta es que en Chile se gradúan 66 profesionales cada 100 ingresantes, mientras que en nuestro país este promedio cae a apenas 26.

% de graduación en universidades argentinas

Señalemos que hay universidades públicas en la Argentina con buenos niveles de graduación, superiores al 40%, como las de Córdoba y Rosario. La Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad Nacional de Cuyo están por encima del 30; la UBA se ubica en un 24%. Sin embargo, hay muchas universidades argentinas con bajo nivel de graduación, como por ejemplo las de La Rioja, Misiones, Jujuy y Comahue. El nivel más bajo le corresponde a la Universidad de Salta, que gradúa apenas tres profesionales cada 100 ingresantes, lo que implica un costo de graduación superior a los 300.000 dólares por graduado.

Nuestro sistema es muy costoso porque se caracteriza por tener muchos estudiantes y pocos graduados, ya que tenemos, por cada graduado anual, 17 estudiantes matriculados en el mismo año, mientras que en Chile esta proporción es de apenas ocho. Por esta razón, en proporción a la población total, Chile gradúa un 60% más de profesionales que nosotros. Pero ésta es una diferencia meramente cuantitativa.

Diferencia cualitativa. El tipo de graduados

[E]l caso es que en las áreas científicas y tecnológicas nuestro país gradúa a apenas 14 profesionales por cada 100 graduados; en Chile, en cambio, esta proporción asciende a 24. Una sola cifra sintetiza esta enorme disparidad: por cada 1000 abogados, Chile gradúa a 207 ingenieros; la Argentina, a apenas 37.

En Argentina, ¿acceden a la educación pública las clases menos favorecidas?

En la Argentina asiste a la universidad el 43% de los jóvenes del quintil superior en la distribución del ingreso, pero apenas son alumnos universitarios el 12% de los jóvenes de los hogares pobres. En cambio, en Chile asiste a la Universidad el 17% de los jóvenes de los hogares pobres. Esto significa que nuestra organización universitaria, a pesar de la gratuidad general, no es más inclusiva que la chilena.

12 comentarios en “Comparando la Educación Superior Pública y Privada

  1. Adrián,

    ¿Cómo saber cuál es el número de universitarios que puede absorver el mercado en un país? Las cifras que pusiste sobre Chile son del 2009 y probablemente estén cambiando rápidamente. Las del ex-ministro de educación Joaquín Lavín de comienzos de año apuntaban a 1.000.000 de estudiantes en las diferentes modalidades de educación superior para el ejercicio en curso, lo que representa representa un 42% de cobertura entre los 18/24 años, mientras el promedio en países desarrollados de la OECD es 65% (http://bit.ly/ocYTRl).

    En el 2005, el gobierno de Lagos puso en marcha un programa de créditos con el aval del estado, para dar salidad a la creciente demanda, en un gesto que combinaba buenas intenciones y rédito electoral. Por otro lado, el economista Patricio Meller, de la Universidad de Chile, sostiene que los aranceles universitarios en Chile son los más caros del planeta como porcentaje del PIB. Mucho me temo que estamos ante una burbuja en la educación superior chilena, ¿conoces a algún economista chileno que se haya expresado en esos términos?

    Mientras, el movimiento estudiantil responde con el eslogan de Fin al lucro y el informe PISA indica que la educación chilena es la mejor de Latinoamérica, aunque muy lejos de los puestos de cabeza.

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  2. Gracias Mario por los comentarios. Independientemente de lo actualizados que están estos números, me parece que es un buen punto de partida para debatir estas cuestiones.

    En el artículo queda bien planteado un punto que comparto: Las universidades privadas tienen un mayor porcentaje de graduados sobre estudiantes, lo cual entiendo grafica muy bien el rol de «contención social» que asumen las universidades públicas.

    La excelencia educativa es cada vez más ignorada!

    El enorme costo por egresado (300.000 dólares en la Universidad de Salta) me parece un argumento suficiente para replantearnos la viabilidad de largo plazo de sostener estas casas de estudio.

    Respecto al caso chileno, no tengo claro aun si el movimiento es generalizado o sólo un grupo de presión. En cualquier caso, estaba claro que Piñera nunca hubiera aceptado la educación pública y gratuita. Si lo votaron, imagino debe ser porque el pueblo chileno no buscaba un cambio dramático en la educación.

    Contestando a la pregunta, no conozco a ningún economista chileno que haya planteado una «burbuja educativa chilena». Y no creo que sea el caso, aunque no lo he estudiado en profundidad.

    Lo que me gustaría saber es en qué medida el mercado universitario chileno es competitivo, o si por el contrario, sufre de enormes regulaciones.

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  3. Hola,

    Son muy buenos los datos para pensar un poco en la educación. Sobre todo en cuanto a la cantidad y calidad de graduados. Según estudios de IDESA (www.idesa.org) en Argentina, el 46% de la Población Económicamente Activa (PEA) no terminó el secundario y hoy en día el trabajo que se ofrece para personas sin calificación es mucho menor. Es decir, hay divergencia entre la estructura laboral y los trabajadores disponibles.
    Por otra parte, en 2009 se hizo un estudio comparando los niveles de educación privados de Chile con los de Argentina y Chile nos ganaba (http://www.idesa.org/v2/pdf/2011-08-21%20Informe%20Nacional.pdf). El estudio fue realizado a chicos de 15 años.
    Por último, creo que agrava mucho la situación las asignaciones familiares por hijo que entrega el gobierno ya que se transformarán en un futuro (no todos) en trabajadores sin secundario completo.

    Saludos!

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    • El problema de fondo -que parece ser tabú para el común de interesados en tales discusiones- es el rendimiento marginal decreciente de los títulos para los graduados, en la medida que se aumente el número proporcional de graduados en cualquier nivel y por cualquier medio. Problema que es completamente independiente de cualquier real o supuesta variación en la «calidad» de la formación necesaria para obtener dichos títulos. Y claro, el efecto de aquello para quienes carezcan de tales títulos por cualquier motivo, no deja de ser el aspecto más interesante una vez que se admite la realidad e inevitabilidad de lo anterior.

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  4. Es cierto que un título universitario ya no es tan apreciado en el mercado como lo era antes. Pero también debemos reconocer que un título universitario se ha vuelto un requisito indispensable para conseguir empleo en ciertas áreas. Hoy la función que antes cumplía un programa de grado, es reemplazado por los programas de posgrado o doctorado, según el campo. Incluso se ha creado el pos-doctorado. Se trata, en definitiva, de encontrar a aquellos que se han capacitado más y mejor.

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    • Adrian: Se trata de que el número de títulos es cada vez mayor y consecuentemente su valor marginal en el mercado de trabajo es cada vez menor y precisamente como consecuencia de eso es que un título universitario se ha vuelto un requisito indispensable para conseguir empleo en cada vez mayor número de áreas; y de lo que se trata en definitiva es de que se está exigiendo una capacitación larga y costosa para muchos trabajos en la que no se requiere realmente tal tipo de capacitación, mientras se crea la falsa impresión de que lo que si requiere estaría incluido en el pensum lo que generalmente resulta no ser verdad, al tiempo que quienes queden fuera de tal capacitación formal aunque estuvieran mejor preparados para ciertos empleos no accederán a ellos, o no progresarán en ellos, según su capacidad por barreras formalizadas. No digo que junto con eso no existan aspectos positivos, sino que esos aspectos negativos son muy importantes y generalmente se los pasa por alto.

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  5. Creo que lo que se está discutiendo de fondo es el problema del «signaling.» Dado que ciertos títulos se han vuelto estándar, se requieren nuevos títulos (posgrados?) para enviar la señal de diferenciación.

    Esto puedo llevar a un exceso de ‘schooling’, ‘education’ es más amplio. Es una hipótesis muy difícil de medir y tener alguna indicación de qué tan importante puede ser.

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  6. Muy buen análisis José!

    Decías allí: «Uno de los grandes errores de Piñera, a mi parecer, fue minimizar el conflicto e ignorar las demandas, no dando lugar siquiera al debate. Más allá que uno esté a favor o no de la educación gratuita –como es mi caso en particular-, el lugar a la discusión en marco del Congreso ante una demanda determinada de la población, deber ser posible. Ha tratado de virar, atendiendo a las demandas, removiendo al ministro de Educación Joaquín Lavín por el actual titular, Felipe Bulnes, pero sin realizar los cambios estructurales solicitados. Bulnes si ha planteado un acuerdo basado en cuatro ejes.»

    Yo no soy un analista político, pero ¿qué debía hacer? Piñera se sentó en una mesa a escuchar los reclamos. Estos eran, seguramente, una universidad pública y gratuita. Todos conocemos la posición de Piñera. ¿Debe ceder? Yo creo que no. No es fácil decir «no» ante estas presiones, pero Piñera -aun perdiendo popularidad- no olvidó sus ideales y principios.

    Si esa reforma educativa es el deseo del pueblo chileno, ocurrirá tarde o temprano. Pero no es Piñera quien debe hacerla. De hecho, no fue ese precisamente uno de los pilares de su campaña.

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    • Estimado Adrián, estoy de acuerdo con vos. Te cuento que estos análisis los comparto en una radio, por lo que allí tengo la posibilidad de expandirme. Justamente, en la radio, señalaba que los cambios solicitados por el sector estudiantil chileno son radicales, por lo cual Piñera no daría lugar a los mismos -más teniendo en cuenta que ideológicamente son contrarios a su postura-. Por otra parte, el Presidente chileno se sentó a dialogar dos días después de mi artículo con los estudiantes, por eso mi crítica de que hasta ése momento había ignorado las demandas de un amplio sector, el cual como se ha visto cuenta con un amplio apoyo social. Un saludo y excelentes los post; muchas veces los tomo como referencia para hacer análisis económicos.

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