Reflexión de domingo: «Acerca de los Monopolios»

ZanottiExtracto de «Introducción a la Escuela Austríaca de Economía«, Unión Editorial, 2da edición 2012.  [Primera edición publicada en el Centro de Estudios para la Libertad, Buenos Aires, 1981].
Parte II: El monopolio
Toca el turno ahora a una parte muy importante de nuestro análisis: El monopolio.
1) El problema de la definición
 ¿Qué es el monopolio? He aquí el primer problema a resolver.
Es un problema porque, en efecto, la única definición estricta que conocemos, esto es, la etimológica (un solo vendedor), nos lleva –si consideramos sus consecuencias últimas– a la conclusión de que todos somos monopolistas. En efecto, sabemos que los bienes no son estrictamente homogéneos entre sí; por lo tanto, en última instancia, cualquier vendedor es vendedor exclusivo de su producto y, por tanto, monopolista del mismo. O sea, el vendedor de pañuelos A es monopolista de los pañuelos A; el vendedor de los pañuelos B es monopolista de los pañuelos B, aunque ambos vendan pañuelos.
Pero como vemos, no es esta concepción la que habitualmente tiene el vocablo «monopolio». El vocablo induce a imaginar; a un siniestro individuo que vende algo que no tiene un sustituto a la vista, privilegiada situación por la cual puede elevar el precio del artículo a su gusto. Luego, no es el concepto de monopolio lo que en realidad preocupa, sino el supuesto poder que el mismo tendría sobre el artículo que se vende. No preocupa a nadie, en efecto, que yo fabrique pequeños libros con las páginas en blanco y los vaya a vender a las librerías. Lo preocupante sería que mi extraño producto fuera muy apetecido por el homo sapiens.
2) Teoría neoclásica
En ese sentido, y al ir intuyendo esas verdades, la escuela austríaca sufrió una evolución. Comenzó definiendo al monopolista, en virtud del problema antes aludido, como aquel que lograba establecer «un precio de monopolio», que a renglón seguido se pasaba a definir.
Habitualmente, si un vendedor reduce la cuantía del producto que ofrece sin que se haya reducido la demanda, ésta se vuelca hacia otros vendedores, resultando entonces una pérdida para el vendedor. Pero de ser las condiciones tales que el vendedor pueda reducir la producción elevando al mismo tiempo el precio, sin que la demanda se vuelque hacia otros vendedores, el precio obtenido era llamado «precio de monopolio». Evidentemente, la condición a la que alude esta teoría es la presencia de una demanda inelástica, que no se desvía hacia otros vendedores por la suba del precio.
Es decir, un precio de monopolio sólo puede establecerse ante la presencia de una demanda inelástica o rígida de un determinado producto. En el caso antes citado, si yo lograra que mis libros en blanco fueran indispensables para la vida humana,  podría entonces yo establecer un «precio de monopolio» de mis peculiares libros.
La teoría es correcta; sin embargo, el análisis cataláctico austríaco posterior, sobre todo en Rothbard, afirma la existencia de siete factores naturales anti-monopolísticos, que actúan impidiendo la existencia de la condición necesaria para la formación del precio del monopolio (la inelasticidad de la demanda) obviamente sin ninguna legislación (de allí que se los llame «factores naturales antimonopolísticos»). O sea, factores antimonopolísticos endógenos al mercado, y no exógenos, como son las leyes contra monopolio.
3) Los siete factores antimonopolísticos
a) La elasticidad de la demanda: cuantos más bienes y servicios se ofrecen en el mercado, la demanda tiene cada vez más posibilidades de elección, lo que implica que cada vez va haciéndose más elástica.
Ahora bien: a medida que se va desarrollando e intensificando el proceso de división del trabajo en el mercado libre, mayor es la cantidad de bienes y servicios que se le ofrecen al consumidor. Esto implica, pues, que a medida que se va desarrollando el mercado libre, la demanda es cada vez más elástica. Y como la demanda inelástica es el factor que permite la formación de un precio de monopolio, llegamos entonces a la conclusión final de que, a medida que se va desarrollando el mercado libre, menores son las posibilidades del establecimiento de precios de monopolio.
b) La competencia potencial: Éste es uno de los factores más importantes que limitan el ascenso del precio de un monopolio. Consiste en que. un monopolista, una vez establecido, es alguien que está sometido a una invisible pero efectiva competencia potencial, es decir, una competencia que no es pero que puede ser. En efecto, muchos vendedores potenciales se mantienen alertas para, en el momento en el que el monopolista suba el precio, aparecer en el mercado con un sustituto (el mismo producto, en un lenguaje más llano) y así desviar hacia ellos la demanda, logrando con ello ingentes ganancias. Esto es algo que mantiene alerta al monopolista, quien ignora si en el momento en que suba el precio pueden aparecer repentinamente inesperados vendedores que arruinen sus planes. Es un factor, pues, que limita en gran medida el ascenso del precio.
c) El factor competitivo permanente: Tal es el nombre que se asigna al proceso por el cual no sólo los artículos de un mismo rubro entran en competencia, sino todos los artículos unos con otros. El vendedor de zapatillas A no sólo competirá con el vendedor de zapatillas B, sino también con el vendedor –por ejemplo– de lapiceras, pues tanto éste como el vendedor de zapatillas desean el dinero de los consumidores; por tanto, por cuestiones de precio no sólo competirán con sus respectivos colegas sino también entre sí. Luego, ningún monopolista carece de competidores, a menos que posea la propiedad de todo cuanto exista, cosa que sólo puede ocurrir en el caso de la existencia de un estado socialista.
d) La ley de los rendimientos decrecientes: El doctor Alberto Benegas Lynch (h), en su libro «Fundamentos de análisis económico», resume así esta ley: «Toda estructura de costos tiene una dimensión óptima pasada la cual los rendimientos son decrecientes». Esta ley, pues, limita la formación de los tan temidos «cartels» en el mercado. Estos chocarán inexorablemente con la precitada ley, y no podrán evitar las pérdidas.
Por otra parte, la natural gravitación a la competencia del mercado es la que en general termina con tales asociaciones. Muchos de sus integrantes saben perfectamente que si se retiran del cartel y comienzan a vender el producto. a menor precio y con mayor calidad, sus posibilidades de ganancias son inmediatas.
e) Los límites de calculabilidad en el mercado: Este es otro factor que limita el tamaño que puede llegar a poseer una empresa. Como se probará en el Capítulo VIII –-aunque el lector tiene las premisas para llegar a la conclusión en este capítulo–, imposible es realizar el cálculo económico en ausencia del mercado, pues ausencia de mercado implica ausencia de precios. En el mercado libre, a medida que una empresa va aumentando su radio de acción, va absorbiendo los mercados en los cuales se forman los precios de los factores productivos, y como la empresa realiza el cálculo económico con los precios emanados de tales mercados, a medida que éstos van siendo absorbidos se le hace cada vez más difícil a la empresa realizar el cálculo económico. Así lo expresa Rothbard en su tratado de economía (Cap. 10) : «A fin de hacer el cálculo de ganancias y pérdidas de cada rama, la empresa tiene que estar en condiciones de poder referir sus operaciones internas a los mercados externos, en relación a cada uno de los diversos factores y productos intermedios. Cuando desaparece cualquiera de esos mercados externos a causa de que se ven absorbidos dentro del radio de acción de una sola empresa, desaparece la calculabilidad y a la empresa no le queda ningún otro medio racional para dar ubicación a los factores dentro de esa zona específica. Mientras más se avance sobre estas limitaciones, será cada vez mayor la zona
donde lo racional no impere, y más difícil resultará evitar las pérdidas. Un cartel de grandes dimensiones no estaría en condiciones de dar destino racional a los bienes de producción y, en consecuencia, no. podría evitar pérdidas graves. Por lo tanto, en realidad jamás llegará a establecerse, y de hacerse el ensayo, pronto quedaría desintegrado».
Y agrega el mismo autor: «En la esfera de la producción, el socialismo equivale a «un cartel enorme» organizado y controlado compulsivamente por el Estado. Quienes abogan por la «planificación central» socialista, pretendiendo que es el método de producción más eficiente, en lo que respecta a satisfacer las necesidades del consumidor, tienen que contestar la siguiente pregunta: ¿si esa planificación central es realmente más eficiente, por qué no ha sido constituido por los individuos que persiguen ganancias, en el mercado libre? El hecho de que jamás se haya formado voluntariamente un cartel enorme y que se requiriera el papel compulsivo del Estado para formarlo, demuestra que no habría posibilidad alguna de que fuera el método más eficiente para satisfacer las exigencias de los consumidores».
f) El comercio exterior libre: Factor éste potentísimo contra la formación del precio del monopolio. La libre importación y exportación de productos; la libre entrada y salida de capitales nacionales y extranjeros, son cosas que no hacen más que ampliar enormemente la elasticidad de la demanda, ampliando enormemente las posibilidades de elección del consumidor. La posibilidad de sustituir un producto por uno importado más barato, es algo que hace al monopolista prácticamente imposible elevar su precio de venta.
g) Los sustitutos: Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar en el mercado un producto absolutamente insustituible. Todos, en mayor o en menor medida, pueden sustituirse por otro similar. Y, si se diera el caso de la existencia de un producto insustituible, lo que sí tendrá indefectiblemente ese producto es un sustituto potencial. Como vemos, esto es algo muy parecido al caso de la competencia potencial. Innumerables vendedores se lanzarán a la búsqueda de un sustituto a ese producto insustituible que goza de demanda inelástica, como medio óptimo para conseguir seguras ganancias.
4) La natural ley de la oferta y la demanda
Pero aparte de estos factores que limitan el ascenso de un precio en un monopolio, existe algo sencillísimo de lo cual nos habíamos olvidado: la ley de la oferta: el precio alto atrae vendedores (mayor precio, mayor oferta). En resumidas cuentas, el caso de un monopolio con demanda inelástica y el consiguiente precio alto no es más que un simple caso de suba de precio por poca oferta y enorme demanda. Pero, como dijimos, en el mercado libre oferta y demanda tienden a igualarse y, por lo tanto, ese precio alto atraerá nuevos vendedores que pronto terminarán con ese caso de monopolio.
El doctor Enrique J. Loncán*, en sus cursos de economía, siempre daba este ejemplo esclarecedor: en una ciudad de la India (ciudad A), a causa de una sequía comenzó un período de hambre, y un solo productor pudo mantener su producción, que subió de precio. En otra ciudad, la B, se produjo idéntica situación.
El gobernante de la ciudad A, como medio para solucionar el problema, confiscó toda la producción de alimentos y comenzó a repartirla entre los pobres. El gobernante de la ciudad B dejó funcionar al proceso de mercado.
Pasado un tiempo, en la ciudad A comenzó a terminarse toda la producción. El productor se había retirado, pues no quería producir para después ser confiscada su producción. Resultado: el problema del hambre se intensificó.
Mientras tanto, productores cercanos a la ciudad B comenzaron a enterarse de que en dicha ciudad se vendían alimentos a precios altísimos. Acudieron pues a la ciudad B, dispuestos a realizar grandes ganancias (guiados por lo que Kirzner llama alertness empresarial) ciudad que por consiguiente se vio pronto poblada por numerosos vendedores de alimentos. El aumento de la oferta produjo entonces la baja de los precios, y el resultado fue que en la ciudad B se solucionó el hambre y todos gozaron de una cuantiosa oferta a precios bajos, mientras que en la ciudad A la situación era desesperante.
En la ciudad B se había dejado operar al mercado libre, sin interferencia estatal. En la ciudad A se había practicado el sistema de socialización e interferencia estatal en la economía.
5) ¿Precio de monopolio?
El punto anterior nos lleva a la última conclusión: la diferenciación entre «precios de monopolio» y «precios de competencia» no es correcta. En el mercado libre sólo existe «precio de mercado», alto o bajo según las circunstancias que el mercado pre-sente. Hemos visto, en efecto, que el caso del «precio
de monopolio» no es más que un caso de demanda inelástica –con todo lo que hemos dicho de su reducido margen en un mercado libre- frente al aumento del precio. ¿Por qué llamar entonces al precio resultante de tal circunstancia mercantil de una manera diferente? Con ese mismo criterio terminológico deberíamos buscar nombres para todos los precios resultantes de las infinitas circunstancias que el mercado pudiera presentar. Sin embargo, la teoría neoclásica del precio de monopolio, que como vemos no es aplicable a un mercado libre, lo es en el caso de una compulsión estatal que otorgue un privilegio legal por medio del cual se anule la competencia. En ese caso ninguno de los siete factores antimonopolíticos podrían actuar, sencillamente porque están prohibidos por la ley.
Por otra parte, es necesario hacer notar que, como se desprende del análisis efectuado, es totalmente falsa la crítica habitual de que el mercado libre tiende al monopolio, y que tal fenómeno mercantil hace del mercado libre una constante amenaza contra los consumidores. Tal crítica es lo que se denomina generalmente «el mito del monopolio». Como hemos visto, la tendencia del mercado libre es precisamente la contraria, esto es, a la eliminación del precio alto de un monopolio o su constitución. Los casos de monopolios estables tienen como
causa eficiente un privilegio estatal otorgado a alguien; ya sea por una tarifa protectora (arancel); una ley de promoción industrial o cosas por el estilo. En un mercado libre no existen privilegios legales para nadie. Al comercio libre interno se suma el comercio libre externo. La tendencia del mercado es netamente antimonopolística.
Además, cabe aclarar que el precio de monopolio sí surge en el caso de los monopolios estatales o nominalmente privados protegidos por el estado, caso contrario a que se establezca en el mercado una sola empresa sin privilegios legales, por haber brindado los mejores servicios.
6) El problema
Pero a pesar de todo, el tema del monopolio sigue constituyendo un arduo tema de debate, aun entre los partidarios del mercado libre. En efecto, muchos partidarios del mercado libre, que reconocen las virtudes de éste para satisfacer a los consumidores, dicen sin embargo que el monopolio es una peligrosa excepción dentro del sistema –es decir, defecto intrínseco del mismo– contra la cual hay que luchar con legislaciones a fin de preservar las bondades de la competencia. El mayor problema que vemos en esas argumentaciones es una tácita aceptación de la teoría marxista de la concentración monopolística, tema que trataremos con más detalle en el cap. VIII, pero que de algún modo ya hemos refutado al explicar el tema de los límites de calculabilidad en el mercado.

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