Hans Hermann Hoppe ofreció una conferencia bajo el título «El mito de Hayek» que sometemos a discusión con los lectores del blog. ¿Es Hayek un mito? ¿Representa su pensamiento a la izquierda? ¿Es Hayek un redistribucionista? ¿Es Hayek un socialista?
Abajo la traducción al español de su conferencia. Más abajo el video de su presentación (en dos partes).
El Mito de Hayek – H. H. Hoppe
Como la mayoría de ustedes sabe, yo era de la izquierda durante los últimos años de secundaria y los primeros años en la universidad; y cuando gradualmente fui descubriendo los errores de la izquierda, fui buscando alternativas. Y encontré, por su frecuente presencia en la prensa, a Milton Friedman y Friedrich Hayek, como los antagonistas de principios y alternativas a todo lo socialista. Y de hecho encontré muchos buenos argumentos en sus escritos para combatir la izquierda predominante en ese tiempo.
Y fue a través de Friedman y Hayek que eventualmente descubrí a Mises, y finalmente a Rothbard. Entonces tengo que decir que debo, intelectualmente, algo a Friedman y Hayek. Pero ese no es mi tópico. En vez de eso, quiero analizar por qué ambos, Friedman y Hayek, eran presentados en ese tiempo, hace casi 40 años, e incluso más en estos días—especialmente en Europa, pero también en los EE.UU.—como los opositores más radicales contra la izquierda, mientras, como luego me di cuenta rápidamente y mostraré en breve, Friedman y Hayek son en realidad parte de la izquierda, por supuesto, no de la versión fuerte tradicional marxista de la izquierda, sino de la versión suave, social-demócrata, redistribucionista del socialismo. Y por eso, desde mi punto de vista, ellos ofrecen cualquier cosa menos una alternativa de principios contra el socialismo y la izquierda. A esto se le puede llamar “el Mito de Friedman y Hayek.” Aquí me dedicaré sólo a la mitad del mito, al Mito de Hayek.
Friedman, de hecho, es más conocido que Hayek. Si uno busca en Google, Friedman tiene casi 30 millones menciones, mientras Hayek tiene 7 millones de menciones. Creo que Friedman es en parte más conocido que Hayek porque es un escritor más claro, y en parte porque es norteamericano, algo que siempre ayuda en estos tiempos, pero me quiero concentrar en Hayek.
Y ¿por qué me quiero concentrar en Hayek? Porque según yo lo veo, Hayek es un pensador más importante, y su fama durará más que la de Friedman. Por un lado, Hayek era mejor economista. Mientras Friedman hasta su muerte en el 2006 seguía cantando loas a Greenspan y Bernanke, mucha gente inspirada por Hayek y por la teoría de Mises-Hayek sobre el ciclo económico había previsto ya la gran recesión que venía—y que aún continúa. Pero aún más importante, porque Hayek, como europeo del mundo viejo, claramente tenía mejor y más amplia educación. Mientras Friedman era un economista-economista, Hayek era un verdadero intelectual, bien leído no sólo en economía sino en historia intelectual, psicología, filosofía, sociología y leyes. Pero no es su economía técnica lo que los hizo famosos, sino sus excursiones en el campo de la teoría política. Por eso me concentraré en Hayek como teórico político, y específicamente en su Constitución de la Libertad y en sus tres volúmenes de Derecho, Legislación y Libertad que generalmente son consideradas las contribuciones más importantes de Hayek al campo de la teoría política.
Primero quiero mostrar que a pesar de varias cosas interesantes que pueda decir, Hayek es un pensador fundamentalmente confundido y desordenado. Esto se hace claro cuando revisamos sus definiciones y elaboraciones sobre el concepto de libertad y coerción.[1]
Hayek define libertad como la ausencia de coerción, hasta allí todo bien; sin embargo, contrariamente a una gran tradición de pensamiento liberal clásico, él no define coerción como la amenaza o iniciación de violencia física contra la propiedad o persona. Él no la define como un ataque contra la propiedad legítimamente adquirida mediante apropiación originaria, producción o intercambio voluntario. En vez de eso, él da una definición cuyo único mérito es su ambigüedad y poca claridad.
Por coerción “queremos decir el control del ambiente o circunstancias de una persona por parte de otra que, para evitar un mal mayor, es forzada a actuar no siguiendo sus propios planes, sino para servir los fines de otro.” O “coerción ocurre cuando las acciones de un hombre son hechas para satisfacer la voluntad de otro hombre, no para él mismo sino para los propósitos del otro.”[2] Y Libertad es “un estado en el que cada persona puede usar su propio conocimiento para sus propósitos.”[3] Ahora, lo que uno inmediatamente nota en esta definición de libertad y coerción es que no dicen nada respecto a “acciones,” “escasez,” “bienes” y «propiedad»; en vez de eso, coerción se refiere a configuraciones específicas de deseos subjetivos, o planes, o planes que entran en conflicto, o pensamientos, o pensamientos que entran en conflicto, y expectativas; luego—con estas descripciones subjetivas, términos subjetivos—tal definición es inútil por las siguientes razones.
Primero, es completamente inútil como guía para la acción, esto es, es inútil para responder a la pregunta “¿qué estoy permitido a hacer aquí y ahora si no quiero cometer un acto coercitivo?” Porque en general no conozco la voluntad o los planes de otros, y en cualquier caso, conocer los planes de otros sería absolutamente imposible; incluso si quisiera, nunca podría saber, en el punto de partida de mi acción, si lo que estoy planeando hacer implica un acto coercitivo contra alguien. Pero, los individuos, obviamente, deben estar permitidos de actuar de forma correcta antes de conocer los planes de los demás. Y para que esto sea posible, el criterio para distinguir libertad por un lado, y coerción por otro lado, debe ser un criterio objetivo; debe hacer referencia a un evento que posee una descripción física y sobre cuyo resultado el actor debe poseer control físico.
Segundo, la definición de Hayek también es inútil como criterio retrospectivo de justicia, esto es, no puede responder a la pregunta ¿es justificada la acusación de A contra B? o ¿quién es culpable y quién es inocente? o ¿qué tipo de compensación o castigo es adecuado? Dado que la definición de Hayek no contiene ningún criterio físico intersubjetivamente comprensible, sus juicios son completamente arbitrarios. Los criterios de Hayek sobre liberad y coerción son compatibles con prácticamente toda situación física real. No pueden, sin embargo, hacer distinciones reales en el mudo real.
Correspondientemente confusos y contradictorios son, entonces, los intentos de Hayek de aplicar sus definiciones. Al aplicar sus definiciones, Hayek, por un lado llega a la conclusión que el inicio o la amenaza de violencia física constituye coerción, bien. “Coerción ocurre cuando bandas armadas de conquistadores hacen que los súbditos trabajen para ellos, cuando mafiosos organizados imponen cupos a cambio de ‘protección,’ ”[4] y así por el estilo; bien. Por el otro lado, él clasifica actos de amenaza o iniciación de violencia física, tales como el servicio militar obligatorio, o impuestos, como no-coercitivos, siempre y cuando la víctima de tales agresiones hubiese esperado el resultado y se hubiese ajustado a la situación. Decir eso es una atrocidad. Mencionaré esos pasajes más adelante.
Además, por un lado, Hayek identifica violencia física con coerción; y por otro lado, no acepta la ausencia de violencia física o daños como criterio de no-coerción: “la amenaza de fuerza física no es la única forma en que la coerción puede ser ejercida,”[5] incluso si A no ha cometido agresión física contra B o su propiedad, puede ser culpable de coerción. Según Hayek ese es el caso cuando A es culpable de ayuda omitida respecto a B, esto es, cuando no ha dado a B los bienes y servicios que B esperaba de él y que consideraba como “crucial para mi existencia o preservación de lo que yo más valoro.”[6]
Ahora, Hayek dice que sólo hay un pequeño número de casos que se ajustan a ese criterio. Él da dos ejemplos: el dueño de una mina en un pueblo minero, que decide despedir un trabajador, supuestamente comete un acto de coerción;[7] y de igual forma es supuestamente coercitivo que el dueño de la única fuente de agua en un desierto no quiere vender su agua, o si rechaza venderla al precio que los otros consideran justo.[8]
Ahora, debe ser obvio, se requiere poca imaginación para entender que el criterio de Hayek incluye todos los casos. Cualquier acción pacífica que una persona pueda hacer puede ser interpretada por otros como coerción, porque toda actividad es al mismo tiempo, siempre, la omisión de innumerables actividades alternativas que él podría haber hecho, y toda omisión se convierte en coerción cuando al menos una persona reclama que la ejecución de lo que él no ha hecho, la ejecución de la omisión, era “crucial para la preservación de lo que yo más valoro.” En cualquier caso, ambas, ayuda omitida y violencia física, son categóricamente definidas como coerción, sin embargo, entonces obviamente, contradicción inescapables se presentan. Si la omisión de A constituye coerción hacia B, entonces obviamente B debe poseer el derecho de defenderse contra la coerción de A. Pero la única defensa de B es que pueda usar violencia física contra A, que ha omitido hacer ciertas cosas. Pero entonces, actos de violencia física ya no serían clasificados como coerción. En vez de eso, la violencia física sería defensa. Y en este caso, coerción sería la negación pacífica de entrar en intercambio; y también sería coerción si alguien trata de defenderse contra un intercambio forzoso impuesto sobre él. Por otro lado, si la violencia física fuese definida como coerción, entonces B no estaría permitido a defenderse de las omisiones de A. Y si B de todas formas trata de hacerlo, entonces el derecho a defenderse recaería en A. Pero en este caso, por supuesto, las omisiones no constituirían coerción. Contradicciones terribles.
Ahora, de esas contradicciones conceptuales emerge la absurda tesis de Hayek sobre la inevitabilidad de la coerción, y su correspondiente, igualmente absurda justificación del gobierno. “La coerción, sin embargo, no puede ser evitada totalmente porque la única forma de prevenirla es con la amenaza de coerción. La sociedad libre ha resuelto este problema otorgando el monopolio de violencia al Estado, y tratando de limitar el poder del Estado a casos donde se requiere limitar la coerción en manos de agentes privados.”[9] Ahora, de acuerdo a ambas definiciones de coerción de Hayek, esa tesis no tiene sentido. Si ayuda omitida representa coerción, entonces coerción en forma de violencia física, se vuelve necesaria y no sólo inevitable. Pero, si la iniciación y amenaza de violencia física se define como coerción, entonces sí puede ser evitada. Primero, porque cada persona posee control sobre si atacará, o no, físicamente a otra persona. Y segundo, porque cada persona tiene derecho a defenderse con todos sus medios contra el ataque físico de otro. Es sólo inevitable que, siempre y cuando exista agresión física, también habrá necesidad de defensa física. Pero la inevitabilidad de violencia defensiva no tiene nada que ver con la supuesta inevitabilidad de la coerción, a menos que uno confunda la diferencia categórica entre ataque y defensa, y afirme que la amenaza de defenderse uno mismo en el evento de un ataque sea lo mismo que una amenaza de ataque. Ahora, si la violencia física es prohibida, entonces, de eso sigue que uno está permitido a defenderse contra ella. Es absurdo clasificar ataque y defensa bajo la misma rúbrica de coerción. Defensa es a coerción, lo que el día es a la noche.
De la inevitabilidad de la defensa no se desprende ninguna justificación para el monopolio gubernamental de la coerción. Al contrario, un gobierno no es de ninguna manera simplemente un monopolio de defensa que ayuda a los individuos privados a evitar gastos en defensa de otra forma inevitables, porque el gobierno tiene obviamente que cobrar impuestos a la gente para tener los medios para defender a otra gente; y el monopolio de coerción del gobierno incluye, en particular, el derecho del Estado a usar violencia contra ciudadanos privados, y la obligación complementaria, por parte de los ciudadanos, a no defenderse de los ataques del gobierno. Pero ¿qué tipo de justificación para un gobierno es eso de que si una persona se rinde incondicionalmente a un atacante, puede ahorrar gastos de defensa de otra forma inevitables?
Ahora, sobre el tema de las funciones del gobierno. Según Hayek, el gobierno es necesario no simplemente hacer cumplir las leyes y organizar la defensa contra enemigos externos, sino que en una sociedad avanzada el gobierno debe usar su poder de recaudar fondos mediante el cobro de impuestos para proveer un número de servicios que por diferentes razones no puede ser proveídos, o no pueden ser proveídos adecuadamente, por el mercado.
Ahora, como en todo momento hay un número infinito de bienes y servicios que el mercado no puede proveer, Hayek da al gobierno prácticamente un cheque en blanco. Entre tales funciones están: protección contra la violencia, epidemias, desastres naturales como inundaciones y avalanchas; pero también varias de las amenidades que hacen tolerable la vida en una sociedad moderna: carreteras, medidas estandarizadas de medición, y varios tipos de información que van desde registros de tierras, mapas, estadísticas, hasta la certificación de calidad de ciertos bienes y servicios ofrecidos en el mercado.
Funciones adicionales del gobierno son: asegurar un ingreso mínimo para todos; el gobierno debe distribuir sus ingresos de tal forma que pueda gastar cuando la inversión privada es lenta; financiar las escuelas y la investigación; hacer cumplir la regulaciones de los edificios y viviendas, y las regulaciones alimentarias; debe encargarse de la certificación de ciertas profesiones; regular la restricción de la venta de ciertos bienes peligrosos, como armas, explosivos, venenos y drogas; así como regulaciones sanitarias y de salud en el proceso productivo; y el aprovisionamiento de teatros, parques de deportes, y así por el estilo—prácticamente no se le escapa nada; y debe hacer uso de su poder de dominio eminente, esto es, de expropiación, para mejorar el bienestar común. También considera que hay ciertas razones para creer que con el incremento general en riqueza, y de la densidad de la población, la parte de todos los bienes que pueden ser satisfechos sólo por la acción colectiva seguirá aumentando. Aún más, el gobierno debe implementar un sistema extensivo de seguro obligatorio, supuestamente coerción para evitar mayor coerción; viviendas subsidiadas es una posible tarea para el gobierno; y también, el planeamiento y la regulación de zonas en la ciudad son consideradas funciones apropiadas del gobierno, siempre y cuando la suma de las ganancias sea mayor que la suma de las pérdidas—sólo Hayek sabe cómo calcular eso. Y finalmente, el aprovisionamiento de las oportunidades para la recreación, la preservación de la belleza natural, o sitios históricos, o el interés científico, parques naturales, reservas naturales, etc. son también legítimas tareas del gobierno.[10]
En adición a eso, Hayek insiste que reconozcamos que es irrelevante qué tan grande es el gobierno, o si crece y qué tan rápido crece; lo único que importa es que las acciones del gobierno satisfagan ciertos requerimientos formales. “Es el carácter, en vez del volumen, de la actividad del gobierno, lo que es importante.”[11] El cobro de impuestos, y el porcentaje de impuestos, para Hayek no es un problema. Los impuestos, y de igual forma el servicio militar obligatorio, pierden su carácter de medidas coercitivas si son, “cuando menos, predecibles, y se hacen cumplir sin tener en cuenta de cómo el individuo, de otra forma, hubiera empleado su energía. Esto les quita la naturaleza maligna de coerción. Si la necesidad conocida de pagar cierto monto de impuestos se vuelve la base de todos mis planes, si un periodo de servicio militar es una parte predecible de mi carrera, entonces puedo seguir un plan general de vida que yo mismo he elaborado y ser tan independiente de la voluntad de otra persona como los hombres han aprendido a ser en la sociedad.”[12] Así, si tú sabes que serás esclavizado por veinte años, te puedes ajustar a eso; si sabes que los impuestos son el 90% y te puedes ajustar a eso, entonces eso no es coerción. ¿Qué tan ridículo se puede ser?!
Ahora debe ser claro en este punto que la afirmación de que Hayek es un libertario radical, un liberal radical, y un oponente de principios contra la izquierda, es plenamente ridículo. Luego, la pregunta que surge es, ¿cómo es que este mito existe? Voy a especular.
La respuesta más obvia es que los periodistas y los medios de comunicación que propagan esos mitos simplemente no saben de lo que están hablando, y que unos copian lo que otros dijeron antes. Pero eso, a pesar de que hay cierta verdad en ello, no explica cómo ese mito puede aparecer en un primero momento, y por qué es tan persistente; alguien debe estar interesado en ese mito y su persistencia. Permítanme sugerir otra posible explicación.
Pónganse en el lugar de la izquierda igualitaria dominante de todos los partidos políticos—y no hay partidos que no sean de izquierda en estos días. ¿Qué harían para mantener, o incluso mejorar, su posición dominante, en vista del hecho de que no pueden lograr uniformidad completa y total en la opinión pública?
Yo haría algo así: primero, identificaría los oponentes más peligrosos que tiene la izquierda, y los excluiría tanto como pueda del discurso público ignorándolos, no mencionándolos, y haciendo que no puedan alcanzar ninguna posición de influencia. Antes de la internet, eso era comparativamente fácil de lograr. Mises y Rothbard, por ejemplo, que son tales peligrosos individuos eran raramente mencionados y era extremadamente difícil encontrar sus libros en las bibliotecas, o incluso saber de su misma existencia. Segundo, trataría de delimitar el rango del discurso legítimo, educado y civilizado, identificando ciertos individuos prominentes que yo pueda presentar como enemigos peligrosos, pero que en realidad tienen ideas confusas y que carecen de principios suficientes, que puedo fácilmente debatir y atraparlos en contradicciones constantes y concesiones a mi propias metas programadas de izquierda. Esto me hace parecer tolerante, y de “mente abierta,” por supuesto. Y siempre puedo ganar un debate, señalando que incluso esos enemigos están de acuerdo con mis premisas fundamentales. Todos ustedes conocen esas estrategias. Típicamente toman la forma de: “pero incluso Hayek y Friedman admiten esto, y no niegan eso; ¿qué más se puede decir?! ellos son ya los enemigos peligrosos; decir más, es absolutamente imposible!”
Y respecto a esos tales llamados enemigos—elegidos por la izquierda como los oponentes oficialmente aprobados, los enemigos que la izquierda ama odiar. Ellos ganan prominencia, respeto, y se vuelven ellos mismos parte del establishment, con acceso no sólo a los medios de comunicación, sino a los más altos rango del poder estatal. Así tenemos a Hayek y Friedman, y Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Y otra clave: Helmut Schmidt, el canciller social-demócrata de Alemania en esos tiempos, en el cumpleaños número 80 de Hayek le escribió un telegrama diciendo “ahora todos somos hayekianos,” y eso era lo que realmente sentía, así era! Luego, esa gente se convierte en los invitados favoritos en todo tipo de reuniones oficiales y conferencias; y de hecho si ustedes observan las conferencias de los hayekianos y friedmanianos en estos días, verán que son regularmente auspiciados o co-auspiciados por diferentes organismos gubernamentales y funcionarios. Y ellos y sus seguidores devuelven los favores a la izquierda participando en las prácticas exclusionarias contra los enemigos reales, genuinos y peligrosos de la opinión pública dominante de izquierda.
Ciertamente Hayek y Friedman, pero también muchos de sus seguidores, conocen a gente como Mises y Rothbard, pero si es que acaso los mencionan en algo, típicamente dicen unas cuantas cosas buenas seguidas rápidamente de muchos comentarios negativos. Hayek, por ejemplo, menciona a Rothbard en un par de pies de página, en total, en todas sus obras. Y en el prefacio del libro de Mises, Socialismo, y en las Memorias de Mises, Hayek dice que Mises había cambiado sus forma de pensar y que había renunciado a su racionalismo excesivo, aunque absolutamente no hay nada que muestre ese cambio en Mises. Y Friedman, siempre ignoraba y trataba de burlarse de Mises, quien se había referido a él y a su gente, en la Sociedad Mont Pelerin, como nada sino “un manojo de socialistas.” El mismo tipo de calificaciones ustedes pueden encontrar en los líderes de la Fundación Hayek de Alemania. Hayek es alabado como el más grande filósofo y economista de la libertad en el siglo veinte, y tal vez de toda la historia humana; y Murray Rothbard: unos pocos comentarios halagadores, buen economista… pero todo lo que dice termina en absurdo. Sin dar ninguna explicación de cuál es ese absurdo. El estilo siempre es el mismo: lo reconoces, dices una palabra bonita, pero en la siguiente línea dices “pero básicamente son unos pobres locos.”
En cualquier caso, lo que los friedmanianos y los hayekianos, e incluso más sus actuales seguidores, estos días, en vez de juntarse con extremistas maleducados y anarquistas, como Mises y Rothbard y sus asociados, prefieren asociarse con políticos de alto rango, con banqueros centrales y con proselitistas de la guerra; miren simplemente las reuniones de la Sociedad Mont Pelerin, y verán esos grupos de gente. Hubo otra conferencia sobre Hayek en Obergurgl, Austria, el conferencista principal fue Václav Klaus, que estuvo a favor de los Decretos de Benes, que expropiaron a los alemanes en la entonces Checoslovaquia, y los otros dos conferencistas principales son gente que trabajan para el Banco de Inversiones Europeo y la cabeza de un banco austriaco bien conectado al gobierno. Ese es el tipo de conferencias que los hayekianos organizan.
Ahora, ¿qué hacer entonces? Debemos decir las cosas como son. Y en la era de la internet, no es posible ignorarnos completamente. Así romperemos esta alianza dañina entre la izquierda dominante y su oposición radical de libre mercado oficialmente designada y aprobada. Sin duda, esto nos traerá la animadversión de los líderes del movimiento hayekiano y friedmaniano, pero también hace posible ganar los espíritus confundidos de esos movimientos, que encontraron a Hayek y Friedman primero, pero que también ven que hay problemas con ellos, y que buscan una salida.
¿Y qué debemos decir? Aquí utilizaré las palabras de Rothbard. Antes de que Los Fundamentos de la Libertad fuese publicada, el manuscrito fue enviado a Rothbard. Y Rothbard escribió dos memos sobre el manuscrito. Uno fue una crítica página a página, que fue enviado al mismo Hayek—no creo que Hayek adoptara algo de eso. El segundo fue un memo interno enviado a Volker Fund, que pagaba el salario de Hayek en esa época, y básicamente pedía que cortaran los fondos a Hayek. Mencionaré la primera oración y luego el último párrafo del memo interno que Rothbard envió. “Los Fundamentos de la Libertad de F.A. Hayek, es sorprendente y angustiosamente un libro extremadamente malo, y yo diría hasta maligno.” Esa es la primera oración. Ahora el último párrafo:
Esa, entonces, es la fachada que F.A. Hayek presentará al mundo en sus Fundamentos de la Libertad. Una fachada que si yo fuese un joven interesado por primera vez en asuntos políticos, y leyera esto como el mejor producto de la “extrema derecha” [Murray se refiere aquí al movimiento libertario como la extrema derecha] yo me convertiría en un ferviente seguidor de la izquierda inmediatamente, y creo que así harían todos. Por eso considero que es un libro peligroso y por eso creo que los de la derecha deben atacar este libro con mucha vigorosidad cuando aparezca, en lugar de lo que estoy seguro ellos harán: aplaudirlo como muchos otras focas amaestradas. Porque (1) Hayek ataca el laissez-faire, y ataca o ignora a los verdaderos libertarios. Por tanto, creando la línea “incluso Hayek admite…” y (2), su argumento está basado en un menoscabo o relego de ambos razón y justicia, de tal forma que cualquiera interesado en razón o justicia tenderá a oponerse al libro completo. Y debido a la gran prominencia de Hayek en el mundo intelectual, cualquier falla de los de extrema derecha en atacar el libro, con el vigor implacable que merece, sin duda perjudicará la causa de la derecha que todos nosotros consideramos querida.”[13]
Y lo mismo se aplica a Friedman; el caso de Friedman es incluso peor que el de Hayek. Muchas gracias.
Notas:
[1]Consultar Murray Rothbard. “F.A. Hayek and the Concept of Coercion,” en The Ethics of Liberty (New York: New York University Press, 1998) pp. 219. http://mises.org/rothbard/ethics.pdf
[2]F.A. Hayek, The Constitution of Liberty, The Definite Edition. En The Collected Works of F.A. Hayek. Vol. 17. Hamowy Ronald, Ed. (London: Routledge, 2011) pg. 199.
[3]F.A. Hayek, Law, Legislation and Liberty, Vol. 1 (Chicago: University of Chicago Press, 1973), pp. 55-56.
[4]F.A. Hayek, The Constitution of Liberty, The Definite Edition. En The Collected Works of F.A. Hayek. Vol. 17. Hamowy Ronald, Ed. (London: Routledge, 2011) pg. 204.
[5]Ibid, pg. 202.
[6]Ibid, pg. 203.
[7]Ibid, pg. 204.
[8]Ibid. pg. 203.
[9]Ibid, pg. 71.
[10]Ver, Part III “Freedom in the Welfare State.” F.A. Hayek, The Constitution of Liberty, The Definite Edition. En The Collected Works of F.A. Hayek. Vol. 17. Hamowy Ronald, editor. (London: Routledge, 2011).
[11]Ibid, pg. 331.
[12]Ibid, pg. 210.
[13]Rothbard, Murray. “Confidential Memo on F.A. Hayek’s Constitution of Liberty.” En Murray N. Rothbard Vs The Philosophers, Unpublished Writings on Hayek, Mises, Strauss and Polanyi. Modugno, Roberta, Ed. (Auburn, Al.: Ludwig von Mises Institute, 2009) Pg. 61. http://mises.org/document/4983/
Hola Adrián, debatimos por acá o por feisbú? 😉
Me gustaMe gusta
Sobre los ataques a Hayek:
Haz clic para acceder a Gabriel%20ZANOTTI-%202004.pdf
Me gustaMe gusta
ver también http://www.ucema.edu.ar/publicaciones/download/documentos/370.pdf
Especialmente caps. 5 y 9.
Me gustaMe gusta
Esta presentación de Hoppe es claramente polémica, como la mayor parte de sus escritos. Mi intención no es aquí, sin embargo, subir el post, e inmediatamente dar mis opiniones sobre sus comentarios de Hayek, sino abrir la discusión con los lectores. Una respuesta formal me parece que requiere más tiempo y quizás otro espacio.
Sólo por abrir el debate, quiero apuntar dos aspectos de la presentación que me parecen discutibles.
El primero acerca de su lectura de Mises. En esta presentación Mises parece estar más cerca de Rothbard que de Hayek. Luego, Hayek queda cerca de Friedman y del socialismo. Mi impresión, sin embargo, es que Mises y Hayek tienen un pensamiento mucho más homogeneo que Mises y Rothbard. Sobre este aspecto sí pretendo escribir algo que compartiré aquí muy pronto.
El segundo aspecto que me parece absurdo es que en el pensamiento de Hoppe hay dos grandes grupos de economistas. Los anarquistas y los socialistas. Un liberal clásico a lo Hayek sería entonces un socialista moderado. Esta clasificación me parece inaceptable en el mundo científico!
Pero dejando esto a un lado, lo que no me queda claro y quizás los seguidores de Hoppe puedan explicar es por qué Mises no sería también un socialista, si también apoya el estado mínimo.
Una conjetura que permite explicar el desconcierto de Hoppe. En la entrevista que compilamos en el volumen II de La EA desde Adentro tenemos el siguiente intercambio:
——
AEN: ¿Fue Mises mejor que los liberales clásicos en la pregunta sobre el estado?
HOPPE: Mises creía que era necesario tener una institución que suprimiese a esas personas que no podían comportarse de manera apropiada en la sociedad, personas que fuesen un peligro porque robasen y matasen. Llamaba a esta institución gobierno.
Pero tenía una idea particular de cómo el gobierno debía funcionar. Para chequear su poder, cada grupo y cada individuo, de ser posible, debe tener el derecho de secesión del territorio del estado. Llama a esto el derecho a la autodeterminación, no de las naciones como en la Liga de las Naciones decía, pero de villas, distritos, y grupos de cualquier tamaño. En Liberalism y Nation, State, and Economy, eleva la secesión a un principio central del liberalismo clásico. Si fuera posible dar este derecho de autodeterminación a cada individuo o persona, dice, debería ser realizado. Entonces, el estado democrático se convierte, para Mises, en una organización voluntaria.
——–
A paso siguiente, Hoppe está muy cerca de concluir que Mises era un anarco-capitalista. Algo que resulta absudo si hacemos una correcta y sistematizada lectura de la filosofía política de Mises (https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2012/07/13/la-filosofia-politica-de-ludwig-von-mises-ensayo-academico-5-videos/).
Pero aceptando el punto, mi impresión es que la misma lectura se puede hacer de Hayek. ¿Es incorrecto decir que Hayek apoyaría el anarco-capitalismo si el orden espontáneo le diera lugar? ¿Es posible hablar de un «anarquismo hayekiano»? Hay alguna cita por allí de Hayek que dice que el anarco-capitalismo nunca existió, lo que no significa que nunca vaya a existir.
Horwitz decía esto en un post que subimos hace unos días:
———–
[https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2013/06/22/la-falsa-dicotomia-entre-el-anarquismo-rothbardiano-y-liberalismo-clasico-de-hayek/]
1. El argumento es que la fuerza del propio análisis de Hayek va en la dirección de una sociedad sin Estado, aún cuando a él mismo no lo llevó hasta allí. Creo que este argumento es especialmente relevante si se tiene en cuenta la forma en que la economía de la elección pública se ha desarrollado en las últimas décadas y además, se toma en serio el enorme crecimiento del conocimiento sobre la evolución de las reglas, normas e instituciones en ese mismo tiempo. Mezcle el trabajo de Ostroms y otros sobre el importante papel de la sociedad civil, que amplía el análisis más allá de el Estado y el mercado únicamente, y tendrá los ingredientes para el “anarquismo Hayekiano”, a falta de un mejor nombre. (¿Tal vez “anarquismo consecuencialista” sea mejor?)
2. hay una historia acerca de Hayek en la década de 1970 que puede o no puede ser inventada, y sospecho que algunos de nuestros comentaristas más mayores pueden verificarla, que es relevante aquí. Supuestamente cuando él estaba involucrado en una conversación sobre el anarquismo con un grupo de jóvenes académicos libertarios (presumiblemente en Menlo Park) en la década de 1970, Hayek dijo algo así como lo siguiente: “Mira, yo soy un hombre viejo y vengo del liberalismo clásico en una era diferente, así que no puedo aceptar vuestra posición. Pero, si yo fuera un hombre joven de hoy, sospecho que bien podría apoyar ese tipo de anarquismo”.
Así es al menos cómo la historia se ha transmitido. Expongo esto porque sugiere que Hayek pudo ver las implicaciones anarquistas de su propio trabajo, incluso si el no podía dar el siguiente paso.
He sacado el tema porque creo que seguir promulgando esta falsa dicotomía crea una tensión innecesaria entre la comunidad austriaca, al menos entre los interesados en el liberalismo radical.
————
Y para cerrar este primer comentario me parece que Hayek merece un trabajo específico que sistematice su filosofía política, tal como hizo Gabriel Zanotti con la obra de Mises, en el link de arriba.
Mi impresión, sin embargo, es que Hayek es más difícil de sistematizar, porque su pensamiento fue evolucionando de un escrito a otro, y no estoy seguro que tengamos una única posición en Hayek.
¿Es esto un problema? Me parece que no. De la filosofía política de Hayek surgió una enorme literatura que exploró esas avenidas que él abrió… En muchos sentidos, el Public Choice es una continuación de la filosofía política de este autor…
En resumen, quizás debamos abrir otro debate acerca de si es posible el anarcocapitalismo. El punto fue discutido hace algún tiempo en este blog… y me parece que yo me ubicaría en una posición intermedia entre el viejo liberalismo clásico y el nuevo anarcocapitalismo radical. ¿Qué es esa posición intermedia? Todavía lo estoy investigando… pero sería ese «anarquismo hayekiano» que Horwitz definió en el post, aunque fueron sólo premisas de una posición que necesita mayor desarrollo.
Me gustaMe gusta
Pingback: ¿Es Hayek un mito? | Economía Aus...
Creo que en algunos casos no se termina de entender el liberalismo clásico de Hayek (ni de los clásicos.) Las críticas a Hayek o Adam Smith por qué están a favor de este o aquel «beneficio» se toma, a veces, muy rápidamente como muestra de que estos autores no son verdaderos liberales.
Calificar a Friedman y Hayek como «de la izquierda» es tan absurdo que merece poco análisis (igual de absurdo sería clasificarlos de «derecha»; «derecha e izquierda» no son sinónimos de «liberalismo y socialismo.»)
¿Cuál es el punto que creo a Hoppe se le escapa en esta presentación? Para los liberales clásicos existe un rol legítimo para un estado mínimo o pequeño, preservar la ley, el orden y proteger al sistema (las instituciones) [esto es compatible con seguridad y tribunales privados en varias situaciones.]
¿Por qué un Adam Smith estaría a favor de cierto servicios públicos de educación mínima (pagados con impuestos) y Hayek a una provisión mínima de recursos para los más necesitados?
No es por un problema de «justicia social» o «justicia distributiva,» cómo Hayek deja bien en claro en su capítulo en LLL sobre «justicia social», es por motivos de protección al sistema.
Es parte de la «protección al sistema» no sólo defender contra amenazas externas o internas, sino que todo aquel que forma parte de la comunidad tenga una instrucción mínima sobre el espíritu de las leyes. Seguramente si creemos en la libertad, división de poderes y demás principios republicanos, no queremos que el que vota y el que representa ignoren los principios institucionales sobre los que se construye el liberalismo clásico.
Es parte de la «protección al sistema» brindar ayuda a sectores que se encuentran en una situación marginal. Es, también, parte de protección al sistema proveer salud pública en el sentido de evitar epidemias y que un individuo no contamine. No atenta contra la libertad si, por ejemplo, se prohíbe a mi vecino que almacene explosivos inestables en un edificio de condominios.
Se podrá discutir si estos deben o no ser roles del estado protector (no del estado paternalista), si son medidas eficientes o no, etc. Pero es un error confundir qué es lo que motiva a un Hayek o a un Adam Smith a ver como parte del liberalismo clásico ciertas actividades mínimas para garantizar la estabilidad y seguridad del sistema.
Me gustaMe gusta
Para los que no hemos leído los textos de teoría política de Hayek, la crítica de Hoppe es interesante y la contextualización de Gabriel es esclarecedora.
Sin embargo, se extraña que el texto no entre en la crítica de Hoppe a Friedman (o que el mismo Hoppe no entre en él).
Hay un par de cosas que me han intrigado desde hace mucho. Una es simplemente anecdótica, y tiene que ver con la famosa cita de Mises a la Mt. Pelerin Society al decir «¡Son todos un montón de socialistas!». ¿Qué lo llevó a ese exabrupto? ¿Fue puntual y provocado por algo específico o fue su juicio final sobre Hayek? En algún lado escuché que fue en el marco de una discusión sobre el impuesto a la herencia desatada por Polanyi, recordado hoy en día por ser un ferviente socialdemócrata. ¿Qué posición tenía Hayek en esto?
La otra es sobre Friedman. Si bien he escuchado críticas muy elocuentes (y vehementes) hacia Friedman de parte de Rothbard y sus seguidores, las defensas que leí de parte de su hijo David me parecieron más convincentes, sobre todo a la luz de comentarios más de tipo libertario de parte del mismo Milton. La cita de David Friedman de la que hablo es esta…
«Las aseveraciones de Lew Rockwell sobre las opiniones de mi padre son infundadas. Por ejemplo, discute el impuesto negativo a la renta sin mencionar que la propuesta era usarlo para reemplazar todo el asistencialismo existente. Por otro lado, la descripción de Rothbard de los criterios monetarios de mi padre ignora, quizás porque nunca lo leyó, el ensayo sobre el comportamiento óptimo de la cantidad de dinero… el cual muestra que el comportamiento óptimo es de hecho un nivel decreciente de precios.
Un problema central con todo el ataque es que Rothbard objeta a respuestas a preguntas diferentes que las que Rothbard hace. Rothbard quiere saber cuál sería el sistema ideal. Eso es una pregunta interesante. Mi padre quiere saber qué cambios posibles podrían mejorar el sistema actual. Eso también es una pregunta interesante. Pero criticar la respuesta a la segunda pregunta como si fuera propuesta como una respuesta a la primera (especialmente cuando hay múltiples lugares donde mi padre dijo que no lo era, como en su discusión sobre el rol del Estado en la escuela) no es una actividad útil, asumiendo que a uno le interesa si su crítica es cierta.
Consideren la política monetaria. Como bien recuerdo, mi padre nunca objetó la banca libre, y Rothbard sí. Fue Rothbard quien insistió que a dos partes dispuestas no se les debería permitir un tipo particular de contrato entre sí, y esta posición fue continuada por Lew Rockwell.
Yo le señalé a mi padre que, al menos en un modelo simplificado, el equilibrio de un sistema de banca libre fue precisamente el comportamiento de la oferta monetaria que mi padre había argumentado que era óptima, y no estuvo en desacuerdo.
Mi padre no argumentó que un nivel estable de precios era un ideal ético; como muchas de las aseveraciones de Rothbard, esa es invención suya. En realidad argumentó que tenía algunas ventajas en reducir costos de transacción, y que era un objetivo suficientemente simple para que tuviera alguna esperanza de que los actores gubernamentales intentaran conseguirlo.
Permítanme una simple sugerencia: En vez de descubrir las ideas de Milton Friedman leyendo a Murray Rothbard, háganlo leyendo a Milton Friedman. Comiencen con «Capitalismo y Libertad», el cual es fácil de leer y poco técnico. Vean si se corresponde con la imagen que Rothbard pinta de él»
… ¿Qué opinión tienen?
Me gustaMe gusta
Gracias por compartir este pasaje Michel.
No conozco a detalle los textos sobre los que se refiere David Friedman. Sólo puedo decir que no me parecería raro que Rothbard criticase una respuesta a una pregunta distinta a la que él busca.
Creo que hay puntos distintos a objetar en Friedman que los que objeta Rothbard. No coincido, por ejemplo, con su diagnóstico de la Crisis del 30. Es cierto que hubo una contracción monetaria y es cierto que ello contribuyó a la crisis, pero difiero en que esa fue la causa de la crisis. Friedman no era muy amigo de la teoría del capital. Fueron los problemas gestados en la década del 30 lo que llevó a una contracción monetaria que la Fed, siguiendo la Real Bills Doctrine, no quiso combatir quizás empeorando la situación (por ejemplo, mantener M2 constante podría haber sido mejor que dejarlo achicarse.)
En cuanto a la anécdota de Mises y Friedman, quizás algún lector la tenga más fresca que yo. La anécdota fue contada por Friedman (que yo sepa no hay una versión del hecho por parte de Mises) quien en una entrevista dijo que Mises se «enojó» y se retiró del salón refiriéndose a los asistentes como «socialistas» por alguna discusión sobre un mínimo de ayuda a los sectores más necesitados.
Me gustaMe gusta
“You’re all a bunch of socialists”. La anécdota de Friedman sobre Mises en la MPS [https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2012/02/09/youre-all-a-bunch-of-socialists-la-anecdota-de-friedman-sobre-mises-en-la-mps/]
Me gustaMe gusta
Y Marx quería liberar al hombre, entonces como su fin era la libertad (aunque se haya equivocado en los medios para alcanzarla) es un liberal…
Me gustaMe gusta
Si, los «talibanes» austríacos hacen un gran daño a la seriedad de la Escuela Austriaca. Es tan absurdo llamar a Hayek socialista que el primer impulso es dejar de leer a Hoppe, y talibanes parecidos, Parece que se consideran a si mismos hablando «ex cathdra». Amen
Me gustaMe gusta
Yo pienso de que es claro que en algunos puntos Hoppe tiene razón. No se puede negar que Hayek apoyaba un estado bastante amplio y que además lo justifico filosóficamente.
No creo que alcance con «contextulizar» a Hayek para afirmar lo contrario.
No se qué tendrá para decir Hoppe, pero creo que ahí hay una diferencia muy grande con M. Friedman, que defendió muchos roles del estado pero coyunturalmente. No como ideal.
Por otra parte, hay que darle la derecha a Hoppe cuando nos acusa a los liberales estatistas de estar más cerca de los socialistas que de los anarco-capitalistas. No me van a decir que no es autoritario imponerle leyes (las leyes que nosotros consideramos correctas!) a los individuos y todavía obligarlos compulsivamente a sostenerlas con impuestos! Que más autoritario que eso?
De alguna manera estamos justificando la violación del axioma de la no agresión por un fin que consideramos justo!
A mi personalmente no me convencen las ideas de Hoppe sobre el anarco-capitalismo, pero me abrieron los ojos a pensar en alguna otra clase de institución -que no sea el estado- para que haga respetar los derechos individuales.
En el fondo no estoy muy seguro de que se pueda superar el problema de hacer respetar los derechos individuales sin quebrantar el axioma de la no agresión. Pero esta claro que de ser posible sería el primer defensor del anarquismo. Es decir, mi problema es práctico, no filosófico. Una diferencia muy grande con Hayek.
Tampoco admiten discusión las contradicciones en la filosofía de Hayek que demostró Hoppe ni mucho menos su abierta confrontación con la libertad.
Ojo, no estoy diciendo que no fuera un gran pensador ni tampoco que no fuera un férreo defensor luchador por las limitaciones al aparato estatal, sólo que fue demasiado laxo en su defensa las libertades individuales.
Para terminar, si bien en esos puntos concuerdo con Hoppe, no me cae nada bien su «conspiracionismo». No creo para nada que haga falta una conspiración para crear un «mito» (para mi inexistente) de Hayek y ningunearlos a Mises, a Rothbard y a el.
Es obvio que Hayek gano el Nobel porque tenía ideas más «moderadas», pero me parece razonable que le den más lugar a personas con ideas más cercanas a las de ellos, de la misma manera que nosotros ahora discutimos sobre Hayek y no sobre Marx. Es fácil darse cuenta que para ellos esas ideas más «moderadas» son más aceptables.
Tampoco es la primera vez que Hoppe encuentra conspiraciones, hace ya un tiempo le hicieron una entrevista en «The daily bell» donde habla de una supuesta conspiración de los banqueros en «Nueva York y en Tel Aviv» (sic).
En fin, entiendo que sus extrabruptos le quiten seriedad a sus ideas. Una lástima.
Me gustaMe gusta
David,
Para contextualizar, éste es el pasaje de la conspiración en Nueva York y Tel Aviv. No me suena tan descabellado o tan «exabrupto»…
Daily Bell: ¿Es posible que una sombra de familias imposiblemente ricas localizadas en la ciudad de Londres sea parcialmente responsable de todo esto? ¿ Buscan estas familias y sus facilitadores un gobierno mundial de élites? ¿Es una conspiración? ¿Ve usted el mundo en estos términos: como una lucha entre los impulsos de centralización de las élites y los impulsos más democráticos del resto de la sociedad?
El Dr. Hans-Hermann Hoppe: No estoy seguro de si la conspiración sigue siendo la palabra adecuada, porque mientras tanto, gracias a gente como Carroll Quigley, por ejemplo, se sabe mucho acerca de lo que está pasando. En cualquier caso, no cabe duda de que hay familias tan increíblemente ricas, asentadas en Londres, Nueva York, Tel Aviv y en otros lugares, que ya han percibido el inmenso potencial para el enriquecimiento personal en el proceso de construcción del Estado- y del Imperio. Los presidentes de las grandes casas bancarias jugaron un papel clave en la fundación de la FED, porque percibieron que la banca central permitía a sus propios bancos inflar y expandir el crédito adicionalmente al dinero y crédito creados por el banco central, y que un prestamista «de última instancia» jugaba un papel decisivo al permitirles cosechar ganancias privadas, siempre y cuando las cosas marcharan bien y a socializar los costos cuando las cosas comenzasen a marchar mal.
Percibieron que el patrón oro clásico se presentaba como un obstáculo natural a la inflación y a la expansión del crédito, así que primero ayudaron a establecer un patrón oro falso (el estándar de intercambio del oro) y, a continuación, después de 1971, un régimen de papel moneda puro. Comprendieron que un sistema de libre fluctuación del papel-moneda nacional era todavía imperfecto, en cuanto a sus deseos inflacionistas se refiere, porque la supremacía del dólar podría verse amenazada por otras monedas en competencia, tales como un marco alemán fuerte, por ejemplo; y con el fin de para reducir y debilitar esta competencia apoyaron los esquemas de «integración monetaria» tales como la creación de un Banco Central Europeo (BCE) y del Euro.
Y percibieron que el sueño supremo, un poder ilimitado de falsificación y creación de dinero, se haría realidad, con sólo tener éxito en la creación de un banco central mundial, dominado por los EE. UU., que emitiera un papel-moneda mundial, como el Bancor (nombre propuesto por Keynes) o el Fénix; y así, ayudaron a establecer y a financiar una multitud de organizaciones tales como el Consejo de Relaciones Exteriores, la Comisión Trilateral, el Grupo Bilderberg, etc., para promover este objetivo. Además, los líderes industriales reconocieron las tremendas oportunidades de beneficio creadas por los monopolios concedidos por el estado, por los subsidios del gobierno, y por los contratos exclusivos de margen fijo, liberándolos o protegiéndolos de la competencia, y por lo tanto, ellos también se aliaron, e «infiltraron», al estado.
No hay «accidentes» en la historia, y si hay acciones cuidadosamente planificadas que dan lugar a consecuencias inesperadas, imprevistas, y no premeditadas. Pero la historia no es sólo una secuencia de accidentes y sorpresas. La mayor parte de ella ha sido concebida y diseñada intencionalmente. No por la gente común, por supuesto, sino por las élites del poder en el control del aparato estatal. Si quisiéremos evitar que la historia siga su actual y previsible curso rumbo a un desastre económico sin precedentes, entonces, es realmente imperativo provocar la indignación pública exponiendo, sin descanso, los perversos motivos y maquinaciones de las élites del poder, no sólo de quienes trabajan en el aparato estatal, sino, especialmente, de los que estando por fuera, detrás de las escenas, tiran de las cuerdas.
http://mises.org/community/blogs/rodrigodiaz/archive/2011/04/25/entrevista-al-dr-hans-hermann-hoppe-sobre-la-inviabilidad-de-un-gobierno-218-nico-mundial-y-el-fracaso-de-la-democracia-al-estilo-occidental.aspx
Me gustaMe gusta
Bueno, ves? Es justamente de lo que hablo. No voy a descubrir nada si digo que las empresas tienen intereses e incentivos, pero no es distinto al estado ni a cualquiera de nosotros. Encontrar una conspiración atrás de algo tan humano es ridículo! Ni que los bancos fueran las únicas empresas que buscan favores estatales!
Además, unirlas al grupo Bilederberg y al imperialismo te diria que es hasta infantil.
Por ultimo y lo más importante, Tel Aviv no es una plaza financiera importante. Te podría nombrar 50 centros más importantes, que a Hoppe se le escaparon sabemos bien porque. Deja entrever un tufillo raro.
Conociendo al daily bell, no me sorprendería que sea un tufillo antisemita o como mínimo «anti-sionista» (sea lo que sea eso).
En fin, yo no creo que eso invalide sus razonamientos correctos, pero mancha su carrera enormemente restandole seriedad a su trabajo.
Me gustaMe gusta
Hoppe es coherente con su pensamiento extremista. Por lo tanto, es lógico que un tipo como Hayek sea catalogado por él como de izquierda o socialista. Pero para validar esta calificación, primero hay que aceptar las premisas desde las que Hoppe escribe. Mi opinión es que esas premisas no son realistas, no se ajustan a un tipo de sociedad humanamente posible. Hayek, justamente, busca soluciones dentro del marco de lo humanamente posible, que no es lo perfecto. En esa búsqueda, Hayek procura encontrar ciertos compromisos entre valores ideales y posibilidades reales. Eso hace que sus posiciones sean moderadas y, desde el punto de vista de un extremista como Hoppe, lo converte en un socialista o de izquierda. Pero la posición intelectual de Hoppe, como la de todos los anarco-capitalistas, es cómoda. Es muy fácil proclamar principios y sostener que eso es lo que se debe hacer, y desentenderse de qué tan posible en el mundo real es llevar esos principios a la práctica. Entonces, lo que hace la gente como Hoppe es proclamar esas ideas absolutas y descalificar a quienes, como Hayek, tratan de imaginar un mundo mejor pero que sea realmente puesto en práctica. En definitiva, me parece que la crítica de Hoppe no es válida porque está planteada desde la comodidad de desentenderse de cualquier compromiso con los hechos reales y se trata de una pura teorización idealista pero completamente impracticable.
Me gustaMe gusta
Alejandro, no comparto del todo porque aunque reconozco que no me leí todos los libros de Hayek nunca leí una cita de el o alguna entrevista afirmando que el no buscaba soluciones perfectas, como si leí de Milton Friedman. Puedo estar equivocado y de hecho me encantaría, pero tendría que verlo expresamente y hasta ahora no lo vi. Más, en lo expuesto arriba por Hoppe da a entender lo opuesto (que es justamente lo que intentó demostrar el).
Además, convengamos que entre lo expuesto por Hayek y el anarco-capitalismo hay un gran trecho que no se puede acusar de impracticable.
Si comparto con vos en que la posición de muchos ancaps y especialmente la de Hoppe es una posición cómoda, una especie de altar idealista inmaculado, desde donde se puede criticar a cualquiera que hace algo.
Igual hay que tener cuidado en diferenciar entre estos y muchos otros ancaps que se esfuerzan honestamente en resolver esos problemas facticos.
Me gustaMe gusta
Que yo sepa, Hayek nunca afirmó que buscara soluciones de compromiso. Al contrario, él sostenía que los intelectuales no debían caer en los compromisos a los que se veían obligados los políticos. Pero su pensamiento supone entender los límites hasta los cuales es posible llevar el concepto de libertad en el terreno práctico y hasta esos límites llevaba sus desarrollos conceptuales. No intentaba forzarlos, como lo hacen Hoppe, Rothbard y otros parecidos…
Me gustaMe gusta
Bueno, eso es justamente lo que criticamos! Los límites a los que el cree posible llevar la libertad están más cerca de un social demócrata que de un liberal.
Falta que me digas que sin el estado es imposible regular las licencias profesionales o la seguridad de las drogas.
Déjame que te diga que si es fácil idealizar la libertad para desentenderse de cualquier compromiso, no es menos cierto que pensar una libertad con un estado elefantiasico (casi igual al que tenemos y donde ni siquiera esta mal que te obliguen a trabajar el 90% de tu tiempo siempre y cuando este «bien gastado») también es una posición facilista.
Por supuesto no digo ni por un momento que no es legítimo que Hayek piense así, sólo que como defensa de la libertad deja mucho que desear. Y además por supuesto, no comparto sus ideas politicas como no comparto las de Hoppe.
Me gustaMe gusta
La afirmación de que
«Los límites a los que el cree posible llevar la libertad están más cerca de un social demócrata que de un liberal»
no se corresponde con el contenido de la obra de Hayek. No es cierto que Hayek propugnara un estado elefantiásico ni creo que su posición fuera facilista.
Me parece que tus consideraciones se fueron de foco.
Me gustaMe gusta
Mi opinión no la hago con respecto a toda la obra de Hayek porque como dije antes, no la leí. La hago con respecto a lo que se ve en la nota.
Tenes todo el derecho a opinar que eso no es un estado gigantesco, eso depende desde donde lo mires. Yo pienso que si. Y no sólo eso, sino que su justificación deja abierta la posibilidad de un estado más grande que el que propugna.
No descarto la posibilidad de que me fuera de foco, pero alguna explicación me hubiera ayudado a aceptar más tu posición.
Me gustaMe gusta
Más que darte una explicación (que quizá me quede grande, porque si bien leí mucho de Hayek, no soy la persona indicada para enseñarlo) me permito darte una sugerencia: leé Camino de Servidumbre, Los fundamentos de la libertad y Derecho, legislación y libertad. Si después de leer esos tres libros, tenés argumentos para sostener que Hayek era socialista, bien, me interesará conocer esas razones. Pero si meramente por una explicación sobreactuada de un tercero vas a sacar la conclusión de que Hayek era socialista, me parece que estás opinando sin fundamentos.
Me gustaMe gusta
No es lo mismo «The Road to Serfdom» que «Law, Legislation, and Liberty». No son lo mismo los volúmenes I y II que el volumen III de «Law, Legislation, and Liberty.» Tampoco es lo mismo las partes I a III en Teoría del Dinero y el Crédito que la parte IV.
Siempre hay un contexto que da un sentido específico a la obra del autor. Se puede ser consciente del contexto y tener cuidado de usar el correcto, o ignorar el problema del contexto e implícitamente imponer el contexto que uno inconscientemente traspasa al autor y, por lo tanto, hacerle decir cosas que no dice.
No me parece válido comparar las propuestas de Hayek con las del Socialismo porque la motivación y el fin es distinto. Me parece errado sostener que Hayek promueve un estado grande, cuando toda su obra se destinó a explicar los límites de la participación del estado; tanto por el lado económico, de filosofía del derecho y también de filosofía política.
Me da la impresión que Hoppe exagera en simplificar la postura de Hayek respecto al concepto de agresión en The Constitution of Liberty. Más allá de fallas que pueda tener la definición de Hayek, no creo que Hoppe haga un reflejo fiel de la postura de Hayek.
En cuanto a los impuestos, el problema no es tan sencillo. No por nada pensadores como Locke, Smith, von Humboldt, Mises, Hayek, Nozick, etc. no rechazaban todo rol del estado como inmoral. Que los estados actuales no sean reflejo fiel del ideal del liberalismo clásico no quiere decir que el segundo adolezca de las mismas fallas que el primero.
Es el derecho a la legítima defensa lo que el individuo puede delegar a un tercero haciendo de él, en última instancia, un estado. Existe un conjunto de actividades (no nulo) que el estado puede hacer que no son actividades que de hacerlas el individuo sería delito. La defensa a la propiedad privada, y libertad no es gratis ni es dado. Hay que conseguirlo y defenderlo y eso posee un costo. La sociedad no es libre sin una protección contra el comportamiento anti-social.
Me gustaMe gusta
Tercera parte:
Me gustaMe gusta
Gracias Edgar!
Me gustaMe gusta
La verdad es que Hayek tiene un pensamiento completo. Cualquier estudioso serio del pensamiento de Hayek se da cuenta al respecto, como el mismo Bruce Caldwell lo reconoce, no sólo porque su pensamiento fue evolucionando a lo largo del tiempo sino también porque incursionó en muchas áreas del conocimiento. Y sí, para mí que la teoría del orden espontáneo del propio Hayek sirve de argumento para defender la no intromisión del Estado en muchos de los asuntos que Hoppe enumera, citando al propio Hayek. Una interpretación correcta creo que requiere un compromiso a estudiar toda su obra y la de otros contemporáneos suyos y autores anteriores.
Me gustaMe gusta
Pingback: ¿Es Hayek un mito? – Parte II | Punto de Vista Economico
La exposición de Hoppe es de esas cosas que terminan siendo más auto-reveladoras de la propia posición que del punto que pretenden analizar.
Por ese motivo, en lo que sigue haré más un meta-análisis del texto que un análisis concreto de los puntos que Hoppe señala contra Hayerk.
Por trazar una analogía veo a Hoppe, en el escenario de estos debates, jugando un rol muy parecido al que juegan los tradicionalistas en lo que atañe a la discusión sobre el sentido del Vaticano II en la Iglesia ¿en qué sentido? En ambos casos se observa un casi total desinterés por el problema hermenéutico (lo de los contextos que señala Nicolás) y el prejuicio de que toda aclaración-matiz tienen un tufillo de relativismo incoado. Asimismo, noto la misma tendencia a reducir el problema analizado a problemas de categorías lógicas (si X es un error e Y afirma X, Y está en el error). Por supuesto que el orden lógico-conceptual es clave para dotar a un discurso de coherencia y potencia argumentativa no obstante puede haber un uso sutilmente obtuso de la lógica que no haga más que camuflar el prejuicio ideológico del propio punto de partida. Lo cautivante de este tipo de discursos es que, por un lado, ofrecen una sensación de seguridad intelectual (como si uno dijera: «si me memorizo la definición de coerción de Hoppe puedo desde ella criticar y refutar otras definiciones menos claras que se propongan»), resultan cautivantes (tienen orden, claridad, conclusiones claras) frente a los devaneos posmodernos y calzan muy bien con la tendencia victimista (como si uno dijera: «claro, el discurso de Hoppe es tan claro y verdadero que es comprensible que hayan intereses creados para aislarlo y neutralizarlo») autojustificatoria de por qué una posición es minoritaria.
Un saludo y siempre se aprende un montón leyéndoles!
Me gustaMe gusta
Pingback: Type of Libertarians | Punto de Vista Economico
Pero con respecto al concepto de coacción de Hayek, Hoppe tiene razón. Ya lo había leído en un artículo de Rothbard. Si definimos coacción como lo hace Hayek, estaríamos en un problema grave.
Qué opinan Uds? Inicio de la fuerza física o amenaza del mismo? O las acciones de un hombre son hechas para satisfacer la voluntad de otro hombre, no para él mismo sino para los propósitos del otro?
Porque ahí tendríamos que llamar coacción a cada vez que tuve que ver una película que le gustaba a mi novia, no tiene ningún sentido.
En realidad, no veo que el ensayo de Hoppe sea nada original, sino que es una acentuación del de Rothbard sobre el concepto de coerción de Hayek.
Me gustaMe gusta
Pingback: Hacia una síntesis entre el liberalismo clásico y el anarquismo de derecha – Por Pablo Pozzoni | Punto de Vista Economico
«……………….Por trazar una analogía veo a Hoppe, en el escenario de estos debates, jugando un rol muy parecido al que juegan los tradicionalistas en lo que atañe a la discusión sobre el sentido del Vaticano II en la Iglesia ¿en qué sentido?»
EXACTO MARIO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me gustaMe gusta
Pingback: Felicidades de parte de PVE (resumen estadístico) | Punto de Vista Economico