Aclarando el Termino «Capitalismo»

El 9 de octubre salió en Infobae una nota titulada «Tres décadas y un problema llamado déficit fiscal.» En aquella nota decía que desde la vuelta a la democracia, Argentina tuvo el mismo problema de déficit fiscal, lo que de hecho cambió de década a década fue el método de financiamiento, no el problema de fondo.

EL 25 de octubre Mauro Cristeche (UNLP y UNLaM) comparte una nota crítica a mi comentario en Infobae titulada «Dos siglos de economía Argentina y un problema llamado capitalismo.» Cristeche coincide que el déficit fiscal fue un serio problema, pero sostiene que la nota no es lo suficientemente profunda. El déficit fiscal se debe, argumenta, a la lógica del capitalismo imperante en Argentina en los últimos 200 años.

Si bien envié mis comentarios de respuesta a Infobae pocos días después de la nota de Cristeche, el fallo de la Corte Suprema respecto a la Ley de Medios y otros eventos de la agenda política versus lo puntual de mi respuesta hicieron que, obviamente, mi comentario perdiese relevancia.

No quería dejar de compartir mis reflexiones sobre la nota de Cristeche que copio a continuación.

Aclarando el término «capitalismo»

Hace unas semanas escribí una breve nota titulada “Tres décadas y un problema llamado déficit fiscal.” En aquella ocasión comentaba que desde la vuelta a la democracia la economía Argentina ha sufrido el mismo problema recurrente: déficit fiscal. El punto de mi nota era que los sucesivos gobiernos cambiaron el método de financiar el déficit fiscal, pero no el problema de fondo. Mauro Cristeche comparte una nota crítica en reacción a esta idea. Su argumento es que mi nota no es lo suficientemente profunda, si bien coincide que el déficit fiscal ha sido un problema, argumenta que el motivo de este problema se debe al capitalismo. La nota de Cristeche posee varios puntos que merecen seria consideración. Comentar todos ellos resultaría en una nota innecesariamente larga y tediosa. Prefiero enfocarme en un punto que creo es central en nuestros respectivos puntos de vista: el término capitalismo. Pocos términos sufren de tanta confusión y connotaciones que vician nuestro análisis como la palabra capitalismo.

Hay, a mi juicio, un problema central en la nota de Cristeche: No ofrece una definición del término capitalismo, que es nada menos que su objeto de crítica. Claramente el “capitalismo Suizo o Inglés” es distinto al “Capitalismo Venezolano o Argentino.” No todos los capitalismos ofrecen el mismo resultado y por ello es importante distinguirlos cuidadosamente. Ciertas palabras como “capitalismo” o “liberal” han visto su significado alterado a lo largo de la historia e incluso geográficamente. La palabra “liberal,” por ejemplo, no significa lo mismo en Inglaterra que en Estados Unidos. Por ello han surgido términos como “libertario” para evitar confusiones. Aquí mismo en Argentina, el Partido Liberal Libertario usa la palabra “libertario” justamente para tratar de minimizar mal entendidos. También creo importante mencionar que en mi nota no hago uso del término capitalismo, y sólo tangencialmente menciono el libre mercado. Cristeche me asocia a las “ideas propias de la economía liberal,” de haber definido el término capitalismo se habría dado que cuenta que el uso que hace del mismo no aplica a mi nota.

Voy a entender por capitalismo el poner en práctica los principios del liberalismo clásico. Es decir, tanto ciudadanos, como empresas y hasta el mismo gobierno se encuentran en igualdad de condiciones ante una ley que protege la libertad individual y la propiedad privada. No hay privilegios ni para “capitalistas,” ni para la “clase obrera,” ni para el “gobierno.” No creo que esta sea una interpretación torcida del término capitalismo, es lo que tienen en mente los filósofos y pensadores que más han contribuido a esta tradición como John Locke, Wilhelm von Humboldt, Adam Smith, Ludwig von Mises, Friedrich A. von Hayek, Milton Friedman, James Buchanan, Karl Popper y Robert Nozick entre muchos otros. Es decir, una cosa es la existencia de “bienes de capital” y otra cosa es el “marco institucional” bajo el cual se organiza la sociedad. El término “capitalismo” hace referencia al libre uso de bienes de capital bajo instituciones de libre mercado, no a la mera presencia de bienes de capital. Las instituciones son importantes porque definen los incentivos de los agente económicos. Los incentivos pueden llevar a tener crecimiento y desarrollo de largo plazo o a sufrir crisis recurrentes. Corea del Norte y Corea del Sur poseen la misma historia, lenguaje y cultura pero se diferencian en sus instituciones. Si las instituciones no fuesen importantes la calidad de vida en ambos países no serían blanco y negro. Bajo esta concepción no toda sociedad donde hay capitalistas es “capitalismo.” Reconozco que puede no ser la única definición del término capitalismo, pero una crítica al capitalismo como liberalismo económico tiene que hacer uso de esta definición.

Mi interpretación del uso que hace Cristeche del término capitalismo es que una sociedad es capitalista siempre y cuando haya capitalistas y bienes de capital independientemente del marco institucional. El capitalismo en su concepción clásica, sin embargo, no es sólo la presencia de jure de propiedad privada, es también la presencia de facto (marco institucional.) No alcanza con ser dueño en los papeles de los factores de producción si uno no es libre de usarlos. Aquella sociedad donde el empresario es “dueño” de su empresa pero su proyecto es dirigido por el gobierno a través de leyes y regulaciones es “capitalismo intervenido (o un tipo de socialismo)”, no un “capitalismo como aplicación de los principios del libre mercado.” Es muy difícil catalogar al Kirchnerismo como un modelo predominantemente capitalista. Nótese que no estoy argumentando sobre la conveniencia o no de aplicar los principios de libre mercado, simplemente estoy definiendo el término “capitalismo” a fin de hacer un diagnóstico más preciso de los problemas económicos de Argentina.

Hay, entonces, por lo menos dos capitalismos, el de libre mercado por un lado y el intervenido como el capitalismo de amigos o capitalismo corrupto (crony capitalism) por el otro. Podemos llamarlos “Capitalismo tipo I” y “Capitalismo tipo II” respectivamente para evitar las connotaciones asociadas a las palabras liberalismo o socialismo. Si aun así no podemos dejar de lado todas las connotaciones asociadas al término capitalismo, entonces podemos pensar en “Orden socio-económico I” y “Orden socio-económico II.” Coincido con Cristeche que el Capitalsimo tipo II es un problema, pero no por ello concluyo que el problema en  Argentina ha sido el Capitalismo tipo I. Es que no pudo serlo por el simple hecho de que no se aplicó. ¿En qué momento desde 1930 en adelante, cuando Argentina comienza a desviarse del resto de los países más ricos del mundo, fue Argentina un país genuinamente liberal? Se podrán identificar ciertas épocas con políticas llamadas neoliberales, pero más allá de su efectiva aplicación, es importante recordar que “neoliberalismo” no es lo mismo que “libre mercado.”

Cuando Cristeche sostiene que el crecimiento del estado se debe a la “relación capitalista,” esto describe el problema del Capitalismo tipo II, donde el empresariado busca el favor del gobierno para no tener que ganarse el peso del consumidor en libre competencia, pero se encuentra en directa oposición con el Capitalismo tipo I, donde el rol del estado es justamente evitar estos privilegios. Es un non sequitur criticar aquello a lo que el Capitalismo tipo I se opone por los vicios presentes en el Capitalismo tipo II. Entiendo cómo se pueden asociar al populismo (un tipo de Capitalismo tipo II) con déficit fiscales, pero asociarlo al capitalismo de libre mercado es el resultado de una confusión terminológica por usar un término sin definir como herramienta de crítica a un marco institucional específico. Nada impide que uno entienda por capitalismo la presencia de capitalistas y bienes de capital indistintamente del marco institucional, pero entonces ya no es válido asociar las ideas de mi nota a “las propias de la economía liberal” y luego utilizar el término capitalismo como herramienta de crítica. El argumento se resume a lo siguiente: el mercado intervenido (Capitalismo tipo II) no funciona, por lo tanto el libre mercado (Capitalismo tipo I) no funciona. El problema queda claro si en la nota de Cristeche reemplazamos la palabra “capitalismo” por “libre mercado.” Uno de sus pasajes ofrece un buen ejemplo: “No hay política más libre mercado que la recurrencia al déficit fiscal.” ¿Desde cuándo la recurrencia de déficits fiscales es rasgo distinto del libre mercado?

Se podrá decir que se encuentra en la lógica de la dinámica de un sistema capitalista que las clases obreras sean oprimidas frente al capital y que el estado termina siendo cómplice del capital en este proceso. O algún argumento similar por el cual la distinción entre estos dos capitalismos es ficticia. ¿Pero no es acaso esta colusión entre capitalistas y gobierno a lo que los liberales (Capitalistas tipo I) tanto se oponen? No hace falta buscar pasajes escondidos, los autores arriba mencionados y tantos otros han escrito ríos de tinta al respecto. El mismo Adam Smith, padre de la economía de la mano invisible, es también conocido por advertir sobre el peligro que empresarios y capitalistas imponían sobre la sociedad al buscar el favor del gobierno para operar bajo un Capitalismo tipo II (proteccionismo) y poner en riesgo el libre mercado. El liberalismo nada tiene que ver con el favoritismo empresarial.

Coincido con Cristeche que los déficits fiscales no caen del cielo, pero no es menos cierto que el equilibrio fiscal es responsabilidad de la clase política y es en ellos en donde cae una responsabilidad mayúscula. La clase política no puede poner la firma en un presupuesto deficitario y luego culpar a un tercero cuando la crisis fiscal viene a cobrarse el déficit. Cristeche da fin a su comentario parafraseando mi propia nota diciendo que “el problema tiene nombre y apellido: se llama capitalismo.” Siendo más precisos, el problema tiene nombre y apellido, se llama “Capitalismo tipo II,” que no es como los autores más reconocidos en el tema conciben este término. Disiento con Cristeche que la causa sea el capitalismo a secas, creo que “populismo” sería un término más apropiado para referirse al origen de los problemas que truncan el destino de un país con tanto potencial.

9 comentarios en “Aclarando el Termino «Capitalismo»

  1. No sé. Lo más fácil es intentar clasificar la realidad económica argentina para desde ahí decir «bueno, como las cosas no andan tan bien entonces es por el tipo de economía A, B o C que tiene el país», pero la verdad es que más allá de los indicadores macroeconómigos que tienden a sesgar el análisis mostrando promedios, ciertos aspectos de la economía, etc. los países latinoamericanos no están en muy distantes en su realidad económica, social y cultural (agrego estas otras 2 variables).

    Es decir, puede que Argentina tenga problemas serios de ingresos, flujo, dólares, etc. pero la verdad es que en el resto de los países en que no pasa eso la gente sí está bien, sí, pero qué gente? los que tienen dinero?, las clases acomodadas?

    En cualquier país latinoamericano monoexportador, vas a encontrar que si sacas una o dos industrias el país se va al tercer o cuarto mundo!

    Entonces, esta situación de mayorías desplazadas del desarrollo económico, social y cultural se debe al capitalismo tipo I (más parecido a Chile, Perú, Colombia), al tipo 2 (Argentina, Brasil, Venezuela) o mejor dicho al capitalismo en sí que de alguna manera (independiente del tipo) se las ingenia para repartirse la torta sólo entre unos pocos?

    A mi entender, esa diferencia entre el capitalismo en su esencia de libre mercado (con instituciones que lo avalen) o el proteccionista, repartido entre amigos, familiares, conocidos de clase alta, es bastante parecido a fin de cuentas si se trata de medir los indicadores económicos, sociales y culturales de las grandes mayorías.

    Y eso no es sólo latinoamericano. En general el capitalismo bajo el gobierno del color que sea, tiende a establecer y defender las diferencias NOTORIAS de clase que hacen pensar que ya no se trata de si protejes tu industria, le pones una bandera de color rojo y la haces del estado o se la das a algunos señores ricos para que hagan lo que quieran, porque al final siempre la presencia de capital buscará expresarse (desarrollarse, ser, existir) sea de la forma que sea, bajo el gobierno que sea… cómo? a través del capitalismo, que vendría siendo el problema final.

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  3. Me cuesta argumentar que el problema social descripto (si es cierto que es tal cual presentado), se deba a un Capitalismo tipo I que de hecho no se aplicó.

    Lo que sí se puede hacer (aunque no perfectamente) es ordenar países de más a menos libres. Los resultados son claros, la distribución del ingreso (que de por sí no es buena ni mala) no depende de la libertad económica, pero si el nivel de riqueza. Todos, incluidos los sectores mas rezagados, poseen un mejor nivel de vida, desarrollo, etc., en países que son más libres que menos libres.

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  4. Imagino la sonrrisa de dos ciudadanos uno de China y el otro de Corea del Sur,a leer por medio de una computadora
    fabricada por ellos mismos,las reflexiones del señor Cristeche. Confunde capitalismo, con pupulismo o peor aun
    con los sistemas feudales de clientelismo,empleo publico y reelecciones indefinidas que imperan en casi todas las provin-
    cias Argentinas.

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  5. La palabra «capitalismo» no es una palabra capitalista. Los «capitalistas» de la época de Marx no se denominaban a sí mismos capitalistas, porque les parecía tan natural que alguien que hubiera puesto una empresa con sus ahorros, fuera el dueño de sus ganancias, que no se les ocurría que eso pudiera ser considerado solamente una forma de ver la realidad. De igual manera, los perros cuando entierran un hueso para comerlo después, o las abejas cuando elaboran la miel de sus panales, o las hormigas cuando acumulan alimentos para el invierno, no se autodenominan «capitalistas», ni consideran «socialistas» sino simples depredadores a quienes se los sacan.

    El primer uso de la palabra capitalista (capitalist en inglés) parece pertenecer a Arthur Young en su obra de 1.792 «Travels 1787–89; undertaken with a view of ascertaining the cultivation, etc. of the kingdom of France». Luego fue tomado por Karl Marx en «Das Kapital». En Marx los dueños del capital supuestamente arman una superestructura ideológica para sostener a la infraestructura económica. Entonces, todo el que quiere sostener que lo que ganó es de él y no de otro, o que él tiene la libertad de hacer de su propio patrimonio lo que le plazca, es automáticamente designado como un «capitalista». Con eso, el término «capitalista» pasa a ser el estigma a endilgar a cualquiera que piense naturalmente, y a convertir al pensamiento natural en -supuestamente- una simple superestructura ideológica.

    Capitalismo así pasó a ser una palabra socialista para denominar a sus opositores, que supuestamente son los dueños del capital, y que usan el capital para condicionar inclusive el pensamiento. Eso les lleva a que, cada vez que fracasan los experimentos socialistas, lo imputen a que no son ellos sino «otro» los dueños del capital. Así, para hablar del comunismo, sugieren que se trata de un «capitalismo de Estado», y buscar otro sistema en donde quienes tienen el capital no den instrucciones sobre cómo utilizarlo, lo que es un imposible, salvo consiguiendo que el capital no sea de nadie, ni siquiera del Estado.

    El liberalismo muchas veces tomó como propia esa palabra estigmatizadora, y defendió el «capitalismo» en lugar de defender la libertad, la igualdad de oportunidades, la república, la limitación del poder estatal, etc., aceptando así de entrada que la visión socialista es «otra» visión posible de la realidad, y no la sencilla máscara ideológica de los depredadores de todos los tiempos.

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    • El problema terminológico es la primer frontera que hay que superar al hablar de estos temas, y a veces la única!

      Gracias Nicolás por contribuir a ello con este excelente artículo. Sería genial que intentaras hacérselo llegar a Cristeche del modo más cordial y abierto al diálogo posible. Siempre es bueno darle una oportunidad a la gente…

      Igualmente, a Marcos Aníbal Rougès, interesantísima acotación, tanto desde el punto de vista histórico como de la filsofía que queda puesta en evidencia, y tanto daño hizo.

      Me pregunto si no habría que concentrarse en cuatro o cinco términos decisivos e insistir de modo muy gráfico en la clara distinción de su significado, sin perjuicio de los desarrollos académicos.

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