Respuestas a diez objeciones al patrón oro

Son varios los economistas que han presentado objeciones a un posible retorno al Patrón Oro, desde Presidentes de la Reserva Federal como  Alan Greenspan y Ben Bernanke, economistas de renombre como Tyler Cowen y Paul Krugman, y analistas como Eduardo Porter, Jesús Fernández Villaverde y tantos otros.
A modo de respuesta, a continuación me propongo –siguiendo a Lawrence H. White– analizar diez argumentos centrales contra el Patrón Oro. Como decía Friedrich Hayek (1943):
El patrón oro, como sabemos, tuvo indudablemente grandes defectos, pero corremos el gran peligro de que su condena, hoy día de moda, pueda oscurecer el hecho de que también tuvo grandes virtudes, ausentes en la mayoría de sus alternativas.
  1. El Patrón Oro deja que la cantidad de dinero sea determinada por fuerzas accidentales
Hay un germen de verdad en este punto, puesto que el Patrón Oro permite que la cantidad de dinero en circulación sea determinado por las fuerzas de la oferta y la demanda en el mercado del oro. Sin embargo, en el sistema vigente de Banca Central y dinero fiat la oferta de dinero es controlada por las decisiones de un comité de expertos de la Reserva Federal.  La pregunta que queda es bajo cuál sistema se comporta mejor la cantidad de dinero y su poder adquisitivo.
La experiencia dicta que el stock de oro nunca fue estable. Sin embargo, durante el mayor descubrimiento de oro en California, en 1848, la caída del poder adquisitivo del dinero fue ínfima. En el intervalo de mayor inflación, el índice general de precios para los Estados Unidos subió de 5.71 en 1849 a 6.42 en 1857, un incremento de 12.4 por ciento en un período de ocho años.
La literatura es clara en este respecto, en expertos de historia monetaria como Hugh Rockoff o Rolnich y Weber.
(Algunos críticos del oro pueden pensar que un alquimista podría descubrir la forma de convertir plomo en oro, pero aun esto es contrastado con algo un poco más usual o probable: ¿Qué pasaría si el presidente de la Reserva Federal se vuelve loco?)
  1. El Patrón Oro produciría una deflación dañina
Si bien el Patrón Oro ofreció bastante estabilidad mientras operó, es cierto que en ciertos momentos hubo deflación de precios. Por ejemplo, entre 1880 y 1900, Estados Unidos evidenció un prolongado período de deflación récord. Sin embargo, dicho período no fue para nada desastroso en la economía real. El producto real per cápita comenzó dicho período en $3.379 y terminó en $4.943 (ambos en dólares de 2000). El crecimiento real per cápita fue más que saludable con un 46 %, lo que implica que el producto real más que se duplicó.
Es así que, como explica George Selgin, los economistas debemos aprender a distinguir un proceso de deflación benigna y saludable, de otro dañino, como el que en efecto ocurrió entre 1929-1933 en la conocida Gran depresión. La deflación benigna sería aquella que viene acompañada por aumentos de productividad, donde la caída de precios sólo redunda en un aumento del salario real.

 

  1. El Patrón Oro fue responsable de los pánicos bancarios del siglo XIX y de la contracción monetaria de 1929-33, con la consecuente gran depresión
La contracción monetaria de 1929-33 es precisamente el ejemplo clásico de la deflación dañina. Pero hay que notar que esta no se generó bajo la existencia de un sistema de Patrón Oro, sino precisamente bajo la atenta mirada de la Reserva Federal. Uno podría observar el caso de Canadá en el período 1929-33 y ver que efectivamente bajo Patrón Oro no hubo pánico. Tampoco encontramos pánicos en Canadá en el siglo XIX. Fue el Sistema de Banca Central en definitiva el que debilitó al sistema bancario.
  1. El beneficio del Patrón Oro (controlar la inflación) se podría alcanzar con un costo menor, simplemente controlando la cantidad de dinero fiat.
Si bien este condicional es cierto, en la práctica no ocurrió tal cosa. El propio Alan Greenspan ha explicado que lo mejor que la Reserva Federal puede hacer en política monetaria, es intentar replicar exactamente lo que un sistema de Patrón Oro habría hecho en cada caso. Greenspan incluso ha reconocido que en los años 1970 la Reserva Federal generó una inflación acelerada porque el Patrón Oro no limitó la política monetaria. Y es que en ausencia de competencia las autoridades monetarias no tienen conocimiento ni incentivos para administrar bien el dinero.
Además, aun reconociendo que en los últimos 30 años la inflación ha sido más baja que en el período de posguerra, aun estos niveles de inflación actuales son mayores que los que evidenció el sistema de Patrón Oro.
Por otro lado, el costo del sistema de Patrón Oro ha sido exagerado por los economistas, incluso por Milton Friedman, al asumir que el 100 por ciento de la oferta monetaria (M2) debía estar respaldada en oro. Pero Lawrence H. White ha demostrado bajo su estudio de la historia monetaria que un sistema de banca libre con reserva fraccionaria puede operar con sólo un 2 % de los billetes respaldados en oro, lo cual reduce drásticamente la cantidad de oro necesaria para retornar a dicho sistema.
Finalmente, debemos señalar que dicho costo es realmente muy bajo en relación con los daños que el Sistema de Banca Central ha generado en la sociedad en el último siglo.
  1. El Patrón Oro no implica ningún límite, porque el gobierno podría devaluar o simplemente suspender la obligación de respaldar sus billetes en cualquier momento que lo desee
Objeciones como esta podrían presentarse a otras normas o reglas, como es el caso de la Constitución. Pero aun así, las reglas constitucionales resultan útiles. Kydland y Prescott han señalado exitosamente la necesidad de fijar reglas para la política monetaria, lo cual redunda en un compromiso de parte de las autoridades monetarias, al mismo tiempo que ofrecen previsibilidad.
Demás está decir que el Patrón Oro no es la única regla. El propio Milton Friedman ha ofrecido su regla de una tasa de crecimiento monetario fija para cada período, o los objetivos de inflación regulan hoy la política monetaria de varios bancos centrales. Pero el Patrón Oro tiene una historia mucha más extensa y exitosa que estas reglas alternativas y es la única alternativa que no requiere de un banco central. Dejar la política monetaria en manos de banqueros privados bajo competencia, en lugar de la institución gubernamental, como era el caso de Estados Unidos antes de 1913, elimina la posibilidad de las dañinas sorpresas monetarias.
También es cierto que el gobierno puede suspender el Patrón Oro en situaciones de emergencia como fue el caso en la Guerra Civil, pero el espíritu del Patrón Oro presiona para retornar al sistema y a la paridad, como de hecho ocurrió en Estados Unidos, según han demostrado Bordo y Kydland.
  1. El Patrón Oro, como cualquier sistema de tipo de cambio fijo, es vulnerable a la especulación
Nicolás Cachanosky ha explicado que en un sistema de Patrón Oro no hay tipos de cambio, por lo que no puede haber especulación sobre ellos. Lo que sí tenemos es paridad, pero la aclaración es necesaria.
Lo que abre la puerta a la especulación es la debilidad de la paridad que ofrece un sistema monetario, sea el sistema de Patrón Oro o cualquier otra moneda de reserva. Un Banco Central puede ser débil, y ese es precisamente cuando combinamos un sistema de Banca Central con el Patrón Oro. Afortunadamente, el Patrón Oro no requiere de un Banco Central. White y Selgin muestran que con un sistema de emisores privados de dinero descentralizado, no hay institución capaz de devaluar, por lo que no hay razones para esperar la peligrosa especulación.
  1. El dinero fiat es necesario para que un prestamista de última instancia responda a las necesidades de liquidez del sistema bancario
La historia muestra que un prestamista de última instancia prácticamente no sería necesario bajo un sistema monetario sólido y estable. Nuevamente vale la pena comparar el caso de Estados Unidos y Canadá en el siglo XIX. En los casos excepcionales donde tal cosa fuera necesaria, Richard H. Timberlake enseña que las cámaras de compensación pueden resolver el problema.
  1. El cambio a un sistema de Patrón Oro involucra costos masivos de transición
El costo de transición para retornar al Patrón Oro sería muy bajo. A diferencia del caso europeo con la transición al Euro, no sería necesario re-denominar los precios, porque la denominación del dólar se mantendría. A la tasa adecuada entre dólar y oro, los precios no necesitarían pegar un salto.
  1. Abandonamos el Patrón Oro en primer lugar por buenas razones
Como bien explica Juan Carlos Cachanosky, en 1933 el Presidente Roosevelt devaluó el dólar de $20.67 a $35 por onza de oro, pero el problema no era el Patrón Oro, sino la debilidad del sistema de la Reserva Federal. La deflación se podría haber resuelto con una mejor política monetaria y reforma bancaria, pero sin abandonar el Patrón Oro.
En 1971 Nixon declaró la inconvertibilidad del dólar con el oro porque la propia Reserva Federal había expandido la oferta monetaria demasiado como para mantener la paridad del dólar en $35 la onza. Se hubiera evitado esto si la Reserva Federal no hubiera aplicado políticas monetarias tan agresivas en los años 1960.
Benjamin Anderson o Murray Rothbard explican que no fueron las reglas del Patrón Oro las que fallaron. Fue, más bien, la Reserva Federal la que falló.
  1. No hay oro suficiente y Estados Unidos no puede recrear el sistema de Patrón Oro internacional por sí mismo.
Sí hay oro suficiente para retornar al Patrón Oro “si definimos correctamente el precio del dólar en términos de oro”.
Pero la segunda parte de este argumento ha quedado para el final porque representa la objeción más fuerte presentada contra el retorno a este sistema. Un retorno unilateral de Estados Unidos al Patrón Oro privaría a su economía de los beneficios de un sistema de Patrón Oro internacional. Es por ello que un acuerdo global resulta necesario.

Esto, sin embargo, no parece ser un gran obstáculo. En tiempos tan inestable como los actuales, la búsqueda de un sistema monetario sólido está a la orden del día. Un retorno global al oro puede ser la solución real a la crisis financiera global de los últimos años.

6 comentarios en “Respuestas a diez objeciones al patrón oro

  1. Buenos días.
    En el punto 4, creo entender que se defiende la vuelta al patrón oro con la continiudad de la reserva fraccionaria de la banca . ¿Es esto así? De haber entendido bien no creo que sirva para nada la medida.
    Saludos.

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  2. Es un buen punto! Jesús Huerta de Soto toca este mismo tema en su libro «Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos», diciendo lo siguiente:

    «El argumento de que un patrón oro puro sería muy costoso en términos de recursos económicos ya fue enunciado por John Maynard Keynes, para el cual este patrón no era sino un «bárbara reliquia» del pasado. Este mismo argumento pasó a los libros de texto más
    comunes, y así, para Paul A. Samuelson, «(it) is absurd to waste resources digging gold out of the bowels of the earth, only to enter it back again in the vaults of Fort Knox». Es evidente que el mantenimiento de un patrón-oro puro, con una ligera «deflación», es decir, con un constante y paulatino aumento en el poder adquisitivo de la unidad monetaria, generaría un incentivo continuado para buscar y extraer mayores cantidades de oro, dedicándose valiosos recursos económicos escasos a la búsqueda, extracción y distribución del metal amarillo. Aunque no existe unanimidad en las estimaciones realizadas sobre el coste económico de este patrón monetario, incluso podemos, siguiendo a Leland B. Yeager, llegar a admitir a efectos dialécticos que tales costes estarían alrededor del 1 por ciento del Producto Interior Bruto de cada nación. Y es obvio que imprimir papel-moneda es muchísimo más «barato» que extraer
    oro de la tierra a un coste próximo al 1 por ciento del Producto Interior Bruto mundial.
    Sin embargo, recurrir con Keynes y Samuelson al supuesto coste del patrón oro para desechar este sistema monetario es muy engañoso. No se trata de comparar meramente el coste de producción del oro frente al coste de producir papel-moneda, sino que es preciso, en todo caso, comparar los costes globales (directos e indirectos) derivados de uno y otro sistema monetario. Y en esa comparación hay que considerar no sólo el grave daño económico y social que produce la repetición cíclica de depresiones económicas, sino también los costes de todo tipo que tiene un patrón monetario elástico y completamente fiduciario
    y controlado por el Estado. En este sentido, no podemos dejar de referirnos al trabajo de Roger W. Garrison, «The Costs of a Gold Standard». En este artículo Roger Garrison estima los costes de oportunidad que se derivan de un patrón monetario puramente fiduciario, comparándolos con los propios de un patrón-oro puro con un coeficiente de reserva del 100 por cien. Para Roger Garrison, «the true costs of the paper standard would have to take into account (1) the costs imposed on society by different political factions in their attempts to gain control of the printing press, (2) the costs imposed by special-interest groups in their attempts to persuade the controller of the printing press to misuse its authority (print more money) for the benefit of special interests, (3) the costs in the form of inflation-induced misallocation of resources that occur throughout the economy as a result of the monetary authority succumbing to the political pressures of the special interests, and (4) the costs incurred by
    businesses in their attempts to predict what the monetary authority will do in the future and to hedge against likely, but uncertain, consequences of monetary irresponsibility. With these considerations in mind, it is not difficult to believe that a gold standard costs less than a paper standard.» Yo añadiría, además, el elevado coste que se deriva de mantener todo el entramado mundial de bancos centrales con sus bien pagados funcionarios, cuantiosos medios económicos dedicados a la recopilación de información estadística, y a la financiación de trabajos «de investigación», congresos y reuniones internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc.), junto con el elevado coste derivado de la superproducción de servicios bancarios en forma de multiplicación exagerada de sucursales bancarias, con la gran dilapidación de recursos humanos y económicos a que todo ello da lugar. No es, por tanto, ninguna sorpresa que incluso Milton Friedman, un autor que hasta ahora consideraba
    con la mayoría que el coste del patrón-oro puro era demasiado elevado, haya cambiado de opinión, y ahora piense que desde el punto de vista económico no existe un problema de coste de oportunidad en lo que se refiere al patrón oro puro.
    En suma, podemos concluir considerando que un sistema monetario y bancario basado en el patrón-oro puro con un coeficiente de reserva del 100 por cien para la banca es una «institución social» básica para el correcto funcionamiento de toda economía de mercado. Las instituciones sociales pueden definirse como todo esquema de comportamiento pautado que se ha ido formando de manera espontánea y evolutiva a lo largo de periodos muy dilatados de
    tiempo, como consecuencia de la aportación y participación en los procesos sociales de múltiples generaciones de seres humanos. Las instituciones, como el patrón-oro puro, el derecho de propiedad o la familia, conllevan, por tanto, un enorme volumen de información y han sido probadas en los contextos históricos y en las circunstancias particulares de tiempo y lugar más variadas. Por eso no puede prescindirse impunemente de este tipo de instituciones, como tampoco puede prescindirse, sin incurrir socialmente en costes desproporcionados, de los principios morales. Y es que los comportamientos pautados, las tradiciones y los principios morales, lejos de ser «represivas e inhibitorias tradiciones sociales» (tal como irresponsablemente las han calificado autores como Rousseau y, en general, los teóricos «cientistas»), no son sino las pautas de conducta que han hecho posible la evolución y el desarrollo de la civilización. Cuando el ser humano, endiosando su razón (y en el campo de la teoría económica cabría aquí mencionar conjuntamente a keynesianos y monetaristas como principales culpables de haber caído en este tipo de comportamiento), piensa que las instituciones sociales pueden ser «mejoradas», modificadas y reconstruidas ex novo por el ser humano, éste, falto de tan vitales guías y referencias de actuación, termina indefectiblemente racionalizando sus más atávicas y primitivas pasiones, poniendo con ello en peligro los espontáneos procesos sociales de cooperación y coordinación social. El patrón oro y el principio del coeficiente de reserva del 100 por cien forman parte indivisible de las vitales instituciones sociales que han de servir como «piloto automático» o guía en el comportamiento práctico de los seres humanos en los procesos de cooperación social, y cuya irresponsable eliminación genera costes desproporcionados e imprevisibles en forma de tensiones y desajustes sociales que ponen en peligro el avance pacífico y armonioso de la humanidad.»

    Unas páginas antes, Huerta de Soto -siguiendo a Mises- agrega que los bancos centrales hicieron posible las dos guerras mundiales y muchos otros conflictos bélicos. Esto implica que al comparar el costo de mantener un sistema de patrón oro, versus, seguir manteniendo el sistema de banca central, parece ínfimo.

    Volviendo sobre el post, Lawrence H. White agrega, basándose en la historia bancaria de Escocia, que el sistema de Patrón Oro con banca libre, funcionó muy bien con sólo un 2 % de reservas fraccionarias. Si aun hoy esto es posible, es tema de discusión, pero de ser así, sin duda el costo de mantener un Patrón Oro será mucho más bajo de lo que se supone.

    Pero está claro que aquí ya entramos en un debate profundo entre aquellos que defienden el sistema de banca libre con un coeficiente de caja del 100 por cien (Rothbard, Huerta de Soto y otros), versus, aquellos que defendieron el sistema de banca libre con reserva fraccionaria (White y Selgin).

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  3. Estimado AR;
    Aqui,http://www.libremercado.com/2011-06-24/juan-ramon-rallo-pero-habria-suficiente-oro-60170/, JR Rallo da una explicacion que se acerca bastante a la tuya.

    Personalmente creo que el cambio (como lo propone Don Jesus) inevitablemente llegara.Pensemos cuantos siglos deberieron pasar para que el interes (usura) se convirtiera en una practica aceptada(de Aristoteles al S. XIII- XIV?,mas o menos.Todo llega.
    Como dijo anoche el pelado Silva en su gol: hay que insister,perseverar…
    Saludos
    ramon c

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  4. Es un excelente artículo. Este no lo conocía. Pero tiene más relación con el punto 10 del post (no hay oro suficiente), que con el 4 (sobre el costo del Patrón Oro), al que se hacía referencia antes.

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